Wednesday, March 28, 2007

Fraternidad


Descansó apenas durante la noche en un banco del muelle, exhausto tras el largo viaje. Bajo la primera luz del amanecer caminó hacia Manhattan, con una maleta por todo equipaje. Era invierno de 1938, caía aguanieve sobre Times Square. Al atardecer cruzó el umbral del edificio del centro judío de la calle 86 para preguntar por el rabbi Langer. Apareció un hombrecito mayor, menudo y risueño, las mejillas redondeadas y rosadas bajo las sienes plateadas. El joven pronunció su nombre al mismo tiempo que le entregaba un sobre con algunas notas que a modo de recomendación había escrito un rabino de Kassa, su ciudad. Entre gestos jasídicos de alegría el rabino le hizo tomar asiento mientras otros hombres presentes se acercaban sonrientes a saludarle y a preguntarle por el viaje y los acontecimientos en la vieja Europa. El joven, cansado y atribulado, musitó algunas palabras incomprensibles para los presentes, como excusándose y mirando de soslayo al rabino que permaneció unos instantes con la mirada clavada en él, sorprendido. El rabino, intrigado, mostró la carta a los presentes, escrita en yiddish y fechada en Kaschau. ¿Kaschau?. Alguien dijo que estaba en Checoslovaquia, entonces el rabino se dirigió al joven en polaco y éste le respondió en eslovaco. Con dificultad parecieron entenderse. Tras un gesto ampuloso el rabino informó a los presentes que el inesperado visitante era un judío húngaro y todos rieron y amablemente le ofrecieron un café.

El joven descansó en la casa de rabino, próxima a la sinagoga. Tras una frugal cena a la luz de las velas -era viernes de anochecida- el rabino y su esposa le prometieron encontrar un alojamiento fijo en la casa de algún miembro de la comunidad y además proporcionarle algún trabajo. La mujer se alzó acercándose al joven, le dijo algunas palabras de aliento acariciando su corto cabello, color de lino, y se despidió. Poco después ellos también se dirigieron a sus habitaciones.

El sábado por la mañana el joven regresó al centro judío donde, al filo del mediodía, apareció el rabino con buenas noticias. Un judío húngaro, de nombre Németh, aceptaba proporcionarle una habitación en su casa. El rabino añadió que lo conocía poco, que no frecuentaba la sinagoga ni el centro comunitario, pero que se trataba de una persona culta y educada con quien podría entenderse en su mismo idioma. Le mostró la cercana Amsterdam avenue y se despidió con un abrazo insistiendo en que acudiese a menudo al centro comunitario.

El nuevo anfitrión resultó ser un hombre discreto y amable, de agradable aspecto. Recién llegado le mostró las dependencias del amplísimo apartamento, decorado al estilo burgués, con las paredes tapizadas de lienzos, el piso de madera cubierto de alfombras, cuberterías de plata y porcelanas de Herend en los muebles del salón. De adolescente sus padres lo enviaron desde Budapest a este apartamento nuevayorquino de los abuelos. Estos ya habían fallecido. El resto de la familia se resistía a abandonar Hungría pese a los tiempos de incertidumbre que se vivían. Németh solía permanecer en casa, era traductor de obras de literatura húngara al inglés. El joven encontró pronto un trabajo en el puerto. Cuando regresaba por las tardes lo encontraba casi siempre en la biblioteca del salón, con la lámpara encendida sobre la mesa, concentrado en libros y hojas de papel junto a la máquina de escribir.

El primer día Németh le dijo que podía permenecer el tiempo necesario y que Agnes, la sirvienta, le dejaría preparada la cena todos los días. No tenía que pagar nada, le recalcó.

A los cuatro meses el joven le comunicó que iba a alquilar un apartamento que en su dia compartiría con su futura esposa. Insistió en entregarle algún dinero pero Németh, fiel a su palabra, lo rechazó. Entonces el joven le dijo que le estaría eternamente agradecido, que siempre podría contar con él. Con los ojos transidos añadió que debía disculparse por haber mentido respecto a su condición de judío. El era gentil. Simplemente había visto cómo amigos suyos de Kassa, judíos, con la ayuda del rabino habían conseguido emigrar con éxito. El decidió utilizar ese mismo recurso para intentar aliviar la desesperada situación económica de su familia. Insistió en pedirle perdón. Németh permaneció pensativo unos instantes, luego respondió que su condición nunca le habia importado, que todos los hombres son iguales al margen de cualquier consideración étnica o religiosa. Lo había ayudado atendiendo al principio de fraternidad con el que estaba comprometido desde el día de su iniciación. El joven no pareció entender bien. Lo abrazó y se despidió de él. Németh se dirigió a la biblioteca, tomó unas hojas mecanografiadas y releyó en silencio sobre el Gran Arquitecto del Universo.

Sunday, March 25, 2007

El eje del mal


Según una reciente encuesta patrocinada por la BBC y efectuada a 18.000 ciudadanos de 27 países los estados que ejercen una influencia más negativa en el mundo son Israel, EE UU e Irán.

Israel fue visto más negativamente en el mundo islámico y también por buena parte de los europeos consultados. Me pregunto qué amenaza supone Israel para los europeos. ¿Para la paz mundial?. Nunca han organizado una guerra, siempre han respondido a las guerras que les han organizado otros. ¿No tienen derecho a defenderse?. ¿Quién provocó en julio pasado la guerra en el Líbano?. Secuestro y asesinato de soldados ¿no es motivo suficiente para una respuesta militar?. Antes del estallido del conflicto ¿qué hacían miles de katiushas preparados para ser lanzados sobre el territorio israelí?. El gobierno israelí aceptó un alto el fuego auspiciado por la comunidad internacional a pesar de que los soldados secuestrados no fueron liberados. Aun hoy siguen presos a pesar de que gobierno de Olmert sigue intentando su liberación o sea sigue dispuesto a ceder al chantaje de los grupos terroristas árabes. Grupos de milicianos, según cierta prensa europea.

Un 77 % de los alemanes encuestados tuvieron una opinión negativa sobre Israel. Serán parecidos a esa vieja zorra austríaca que apareció ayer en un programa de televisión sobre Mauthausen y sus habitantes. Se vanagloriaba de haberse casado con un apuesto y elegante oficial de las SS. Había allí más de setecientos donde elegir, añadió.

No siento especial simpatía por la política exterior norteamericana y su papel hegemónico en el mundo pero me disgusta el antiamericanismo sistemático y parasitario de buena parte de la opinión pública europea. Diría que ese papel hegemónico es un mal menor a tenor de lo que ocurriría si otros les reemplazaran. Incluyendo a la propia Europa que en tiempos todavía recientes tuvo que recurrir a los americanos para poner fin al genocidio de los Balcanes. Baste recordar que las tropas holandesas de interposición consintieron que todos los hombres de Srebrenica fueran impunemente asesinados.

Respecto a Irán estoy de acuerdo. Han tomado el relevo de Irak que a su vez lo tomó de Afganistán y así sucesivamente. ¿El secuestro de quince soldados británicos no puede ser interpretado acaso como un casus belli?. Confieso que la caída del régimen criminal de Irán me gustaría tanto o más que la de Sadam Hussein.

Wednesday, March 21, 2007

El diario de Ottík Wolf


Lunes, 22 de Marzo de 1943

"A la una de la madrugada voy con papá a por agua y de paseo. A las cuatro estamos de regreso y desayunamos. Dormimos hasta mediodía y almorzamos sopa de col y comino con patatas y el resto del gulash. Ya no nos queda gulash. Por la tarde dormimos hasta la noche, vamos arriba y cenamos col con patata (lo que quedó del almuerzo). Esperamos a Slávek que llegó a las ocho y cuarto para traernos pan y patatas. Al parecer Fiala le prometió leche para cuando haya. Eso nos haría muy felices. Slávek baja a descansar y discute. Está hoy tremendamente contrariado". OTTA WOLF "Diario, 1942-1945"

Los judíos de Olomouc, en la Silesia checa, empezaron a ser concentrados en el edificio de la escuela para su deportación a Terezín durante la segunda mitad de junio de 1942. En el primer convoy que partió el 26 julio debían estar los Wolf pero, por decisión del padre, éstos llevaban ya un mes ocultos en el bosque cerca de la aldea de Trsíce, una zona boscosa de nombre singular: Amerika. Los padres, Otto y su hermana. Kurt, el mayor, recién licenciado en medicina, se había unido a la Resistencia.

Cuidadosamente, sin interrupción, el joven Otto escribió un diario durante casi tres años, hasta los días próximos a la liberación. Un diario sobre la limitadísima rutina diaria del que es buen reflejo ese extracto de hace exactamente sesenta y cuatro años. Todos los días se parecían, idénticas las preocupaciones: algo para comer, ir a por agua al arroyo, los cambios de humor, las enfermedades, las noticias del frente, el temor a ser descubiertos, la esperanza del fin de la guerra...

Durante el invierno el frío los obligaba a abandonar Amerika por un escondite menos seguro: una casita de madera en el jardín de una casa de la aldea. Los ayudó el jardinero Slávek llevándoles comida y noticias pero la tensión psicológica pudo finalmente con él. Los aceptaron otros vecinos en su casa, durante once meses los Wolf tuvieron una vida algo más cómoda: las mujeres cosían, el padre cocinaba, Otto leía y hacía pequeñas reparaciones. La tensión se impuso de nuevo a la buena voluntad, todos en Trsíce sabían a quienes ocultaban los Zboril. Por seguridad hubo que buscarles un nuevo escondite, una casa en la cercana aldea de Zákrov. Una fatal elección. Pero nadie en Trsíce denunció nunca a los Wolf ni a la decena de personas que los ayudaron.

El 18 de abril de 1945 un batallón de cosacos dirigido por la Gestapo asaltó Zákrov en base a determinadas sospechas sobre resistencia organizada en el pueblo. Diecinueve jóvenes -todos los del pueblo- fueron interrogados y torturados. El primero de ellos Otto Wolf, dada su condición de judío. Dos días más tarde fueron todos trasladados al cercano bosque de Kyjanice donde les dispararon y quemaron aún en vida.

El diario de Otto lo continuó su hermana Felicitas.

"El 8 de mayo, tras ser liberados, inmediatamente preguntamos por Otto. Se nos dijo que al haberse negado a delatar a nadie fue torturado y quemado vivo. Desde el ayuntamiento de Trsíce nos enviaron al edificio de la escuela donde se encontraban los soldados rusos a las órdenes de un comandante judío cuyo nombre no recuerdo. Al ver el estado en que nos encontrábamos ordenó a sus soldados que tuvieran un buen comportamiento con nosotros. Nuestro padre preguntó al comandante si había oído hablar de Kurt Wolf. Tras unos momentos pensativo el comandante nos dijo que el 9 de marzo de 1943 la unidad checoslovaca que dirigía el general Svoboda fue derrotada en Sokolov y que Kurt Wolf fue uno de los heroicos dirigentes que entregaron su vida. Nos pusimos a llorar con el corazón roto."

En la aldea de Zákrov se conserva un pequeño monumento en recuerdo a los diecinueve hombres, de entre 15 y 45 años, asesinados (foto). En Trsíce, en la casa natal de los Wolf, una placa recuerda a Otto y a Kurt Wolf. Padli abychom my zili. Cayeron para que nosotros viviéramos.

Sunday, March 18, 2007

Amistad sin mañana


Desde los añorados tiempos de Praga y Budapest nos hemos visto muy poco. El huyó de la aldea en la que nació, un detalle que si puede lo oculta, y no puede creer que yo escogiera un pueblo para vivir. A diferencia de mí sigue recorriendo el mundo. Ha tenido el mérito de encontrar trabajos temporales que le permiten muchos viajes y más tiempo libre y además el de hacer amistades con casa donde instalarse los meses de ocio y así seguir viajando.

Hablé en mi primer post sobre su gusto por los lugares elegantes. En enero, en el post sobre algunos mitómanos, volví a hablar de L.A. Su mitomanía, dije, es inocua porque miente simplemente por vanidad. Cabe decir que resultaba muy agradable ir a cenar o a tomar una copa con él cuando aparecía por Centroeuropa. Su conversación solía ser muy agradable, hay intereses comunes, es una persona culta e irónica. Me encanta su feroz anticlericalismo, salpicado de chismes sarcásticos sobre la curia vaticana de la época en que vivió en Roma. Mantenemos contacto telefónico pero últimamente he recibido noticias suyas por e-mail, dos correos a múltiples destinatarios que él denomina multitudinarios y que, a mi parecer, delatan su particular sentido de la amistad.

El primer e-mail procede de Cuba. Dedica un párrafo a excusarse por el método utilizado de texto común para todos. Desde Cuba -dice- ya es un milagro poder enviar uno, lo hace desde la embajada donde tiene amigos pero no quiere abusar de su amabilidad. Menciona a otro amigo suyo, un periodista mexicano de un prestigioso periódico, que ha tenido problemas con su acreditación. El resto del texto lo escribiría a desgana, es insustancial, consideraciones negativas sobre la situación cubana que no aportan nada nuevo al conocimiento de los destinatarios. Represión, pobreza, prostitución: todo esto ya es bien sabido.

El segundo e-mail procede de México y es más sustancioso. Breve excusa por el método pero merece la pena porque esta vez su amigo es el célebre escritor colombiano Fernando Vallejo, del que fue huésped en una cena en su propia casa ubicada en tal zona. El resto del texto para recomendar que por favor leamos un artículo del escritor contra el rey Juan Carlos.

Busco en google sobre el tal Fernando Vallejo. Obtuvo un premio muy importante. Es provocador y demoledor. Leo sobre él, de boca de un profesor universitario: "soberbio, deja caer sus verdades individuales como pianos desde las ventanas". Y una cita propia: "la diferencia entre un hombre, un perro y una rata es muy poca". Otra sobre su propio país, Colombia: "es un país asesino, oportunista y traidor". Me digo que es suficiente para esta primera aproximación mía. Otro día más.

Me digo que L.A. ha encontrado un fácil sistema ideal para poner a buena parte de sus amistades (31 destinatarios en total) al corriente de sus importantísimas relaciones y actividades. Jodida vanidad empeñada en convertir a los amigos en admiradores.

En mi caso no es la vanidad de los otros lo que hiere la propia. No veo qué se puede envidiar, de hecho una personalidad así pone de relieve ciertas carencias. En realidad lo que me provoca desazón, lo que me rebela, es ese nuevo desencuentro. Otra amistad sin mañana. Eso sí me da pena.

Wednesday, March 14, 2007

El Castor se oxida


"El arte sólo puede cumplirse renegando de la vida" (SIMONE DE BEAUVOIR)

Mi relación con el cine es ambivalente: no es una afición aunque reconozco que me ha dado algunas satisfacciones. Algunas películas me dejaron huella como "La caja de música" o, en su momento, "La muerte en Venecia", pero no sé porqué me vienen ahora a la memoria precisamente estas dos. Quizá por las imágenes de ciudades melancólicas, los virus de la peste y de la guerra, la música de violines y la de Mahler. Hay más, claro, pero tampoco se me ocurren ahora. Hará cinco años que por última vez me dejé arrastrar hasta la butaca de un cine: aparecía un viejo Sean Connery en una plúmbea historia ambientada en Escocia, no recuerdo más.

Pocas veces he ido al teatro. La última vez fue en la Laterna Magika de Praga, para dejar de improvisar ante la pregunta habitual de mis visitantes sobre ese conocido espectáculo que resultó muy innovador en su momento. Me dormía en la oscuridad, huí en cuanto pude. Está superado, pasado de moda, les decía a partir de entonces.

Me gustó mucho un recital de Kiri Te Kanawa en Valencia, en cambio una ópera entera me resulta muy pesada. He ido muy pocas veces, hace ya mucho tiempo y es improbable que regrese.

Oigo música moderna en algún bar, así por azar y no me disgusta, pero desconozco los nombres de los grupos o solistas, sean nacionales o foráneos. No tengo ni idea, ni los de ahora ni los de veinte años atrás.

He tenido que leer muchas veces el nombre de Harry Potter o el del Señor de los Anillos. Me huele a exitosa literatura de ciencia ficción llevada al cine pero nada más. Creo que Harry Potter es el personaje y no el autor, el tal Señor de los Anillos quizá tenga que ver con ellos. La verdad es que no lo sé, si he acertado algo será por algún titular de prensa que leí distraídamente. No me interesa ningún mundo fantástico aun reconociendo el mérito que concedo al uso de la imaginación.

Decía Beauvoir que cuando uno vive encerrado en sí mismo la inteligencia se oxida, los intereses se reducen. Lo tengo muy presente. Me digo que cuando uno es joven debe estar abierto a todo tipo de conocimiento, mostrar interés por todo. En cambio en la madurez se elige, se selecciona, se sabe mejor lo que uno quiere y lo que no. Pero no sé si eso es una excusa que me doy a mí mismo. Tengo algunos proyectos de viajes, sigo el fútbol, está el jardín, me siento a gusto en la casa con las paredes tapizadas de recuerdos... Bueno, no parece mucho. Me temo que he envejecido prematuramente y seguramente la solución no está en la crema para arrugas incipientes que tanto parece preocuparme. O esa preocupación banal de hecho confirma la triste realidad.

Saturday, March 10, 2007

Unas viejas amistades


Como un motor que se detiene en el aire, la muerte del barón me dejó muy desubicado. Recurrí a Alexander que era muy culto, escritor y políglota.
- Quizá no esté muerto. Son tantos los rumores y era tan misterioso. Quizá ha huido a otro lugar y debiera esperar su llamada.
Alexander, que lo había conocido, balbuceó algunas palabras, desaprobando. No quería robarle el tiempo que dedicaba a su prole así que pronto me despedí. El me informó que acababan de instalarse en la ciudad dos españoles muy simpáticos. Habían abierto una boutique ahí al lado, en el nuevo centro comercial.

Al día siguiente crucé la Vinohradská, ordenadamente me detuve ante los escaparates, más o menos lujosos, del centro comercial. Al llegar a la segunda galería vi el rótulo: Brána Módy. Suena bien pensé, el Portal de la Moda. Quizá un poco pomposo para las reducidas dimensiones del local. Me presenté. Ella era más bien bajita, un cuerpo proporcionado bajo la melena azabache. Algo extraño en su mirada, como si te mirase pero no te viera. Eso sí, hablaba demasiado alto para estar en una ciudad centroeuropea. El era espigado, una larga nariz sobre un cuerpo vaporoso de puro delgado. Llamativa e inclasificable su forma de vestir: americana, camisa y pantalón, sí, pero todo de un raro diseño, original. Pensé que este hombre de aspecto dudoso no encajaba al lado de esa mujercita común. Con el tiempo me di cuenta que se complementaban muy bien y que del aspecto de él no había que sacar mayores conclusiones. Ella era inteligente, el cerebro que compartían los dos. El se encargaba de los arreglos de la ropita y de ir a Madrid de vez en cuando para reponerla.

Nos veíamos con frecuencia. A menudo al filo del mediodía yo pasaba por la boutique para decirle a ella si se venía al restaurante. "!Dios mío, pero yo no como a la hora de las gallinas!" exclamaba con su voz poderosa y marcado acento andaluz mientras los escasos visitantes de la planta baja alzaban la cabeza hacia la segunda galería para identificar la procedencia del estruendo. Me contó sobre sus problemas de visión, así entendí que se aproximase tanto y que andase erguida, con su gracioso movimiento de caderas, pero sin fijarse en nada ni nadie, como si quienes se cruzaban con ella fuesen postes del alumbrado. Le advertí sobre el negocio: alquiler alto, mercancía limitada por el escaso espacio, el salario de una empleada porque había que atender en checo... Además el alquiler del luminoso apartamento de Strasnice.

Mis amigos vivían felices y despreocupados. Su círculo de amistades era amplio y no sólo entre los hispanos. Ella era divina, él un niño caprichoso y un poco latoso pero risueño y simpático. Acudían a los bares de moda y organizaban fiestas nocturnas en su casa como si Strasnice fuera Lavapiés. Rara vez acudí con ellos de copas. La última vez, en un bar repleto, formamos un reducido círculo entre la multitud de jóvenes occidentales. Empezaron a darle hondas caladas a un porro que de pronto me encontré entre mis dedos. Le di una caladita y miré hacia la barra: un barman inmenso se erguía moviendo la nariz de forma incesante, como un doberman, tenso y con cara de asesino. Le devolví el canuto a mi amiga para desaparecer abriéndome paso hacia la calle. En cuestión de segundos aparecieron ellos con cierto bochorno, empujados por el doberman que vociferaba amenazante.

A las fiestas en su apartamento era de los primeros en llegar, bebíamos, fumábamos lo que había -siempre de primera calidad- pero al filo de las once me acercaba a un amigo madrileño para recordarle que desgraciadamente había llegado la hora de la huída. No hacía falta insistirle, su mujer checa tampoco estaba dispuesta a prolongar la velada porque sabía que cuando llegase la policía -advertida por cualquier vecino que pretendiese dormir- le iba a corresponder a ella dar la cara. Nuestros anfitriones no hablaban checo, ni siquiera estaban en condiciones de dar alguna excusa en su propio idioma.

Entre ella y yo se estableció una cierta complicidad. En una de esas fiestas conocí a Michael, un estupendo norteamericano. A diferencia de la mayoría de sus compatriotas no había llegado a la más bella ciudad del mundo en busca de inspiración para escribir su primera novela. Lo suyo era menos pretencioso, se le daba bien la cocina y aspiraba a crear una empresa de catering. Al día siguiente hablé con ella sobre Michael y me dejó muy claro que mis primeras impresiones en cierto sentido eran infundadas. Era accesible y se prestó a preguntarle si estaría dispuesto a tomar una copa conmigo. Más joven, muy guapo, simpático y muy apasionado, Michael permaneció tres o cuatro días en mi apartamento. Agobiado, descentrado, lo dejé en su casa y quedamos vagamente en llamarnos. Ella quiso saber qué había ocurrido. No es tan discreto como parecía en la fiesta, le dije. Es frío, como un reloj en una nevera, le dijo él. Me temo que os quedásteis los dos con el culo al aire, concluyó ella, muy graciosa pero simplificando demasiado las cosas.

Mis amigos no permanecieron mucho tiempo en la ciudad. Regresaron a Madrid, consiguieron buenos trabajos y tuvieron un hijo. Los he visitado en alguna ocasión. La última vez que hablamos por teléfono ella andaba algo preocupada, me contó que él, que era un padrazo, se sentía celoso del niño. La oía perfectamente pero no acababa de dar crédito a lo que oía. Ella entonces me explicó que él protestaba porque le dedicaba casi todo el tiempo libre al niño. O sea que él estaba celoso de su propio hijo.

Sunday, March 04, 2007

Cuestión de honor


La familia Lanzmann tuvo que ocultarse durante la ocupación de Francia. En la región de Burdeos Maurice Papon, mano derecha del prefecto, organiza el arresto y la deportación de judíos hacia el campo de Drancy.

En 1961 Maurice Papon, que ha conseguido ocultar su pasado, recibe la Legión de Honor concedida por De Gaulle en reconocimiento a sus servicios al estado como alto funcionario. Papon no tarda en agradecérselo: ese mismo año dirige en París la represión contra manifestantes anticolonialistas que provoca la muerte de varios civiles argelinos. Por su parte, Claude Lanzmann es inculpado, junto a Sartre y Beauvoir entre otros, por haber firmado un célebre manifiesto contra la Guerra de Argelia.

A su vejez, en febrero de 2006, Claude Lanzmann recibe la Legión de Honor por su larga trayectoria de joven resistente, agitador intelectual y sobre todo por su obra más emblemática como cineasta: Shoah. Un documental de más de nueve horas de duración. Ese mismo mes Papon inicia el último año de su vida. Es toda una celebridad desde que su pasado fue puesto al descubierto y condenado por cómplice de crímenes contra la humanidad.

Dudoso honor compartir la más alta distinción de tu país con un criminal de tu propio pueblo. ¿Porqué Lanzmann no rechazó "esa condecoración desgraciada y roja como la vergüenza" como la definió Léo Ferré?. Su amigo Sartre lo había hecho, su amiga y temporal amante Simone de Beauvoir también. "Es una tradición republicana -sostiene Chirac-, no hay que darle una importancia particular o una razón moral". La rechazaron también Catherine Deneuve, Ravel y bastantes más. ¿Porqué no Lanzmann?.
¿No era una cuestión de honor?. Que a Papon al final se la retiraran ¿justifica que la aceptase?.

"Ha encontrado la luz y el consuelo en el ejemplo del Cristo condenado injustamente" afirmó durante el sepelio de Papon el representante del Episcopado francés, el padre blanco Michel Lelong, defensor en algún tiempo del escritor negacionista Garaudy. En el ataúd sus allegados le colocaron la célebre condecoración
pese a haberle sido retirada. "Fuera de la ley hasta en la tumba" sentenció el periódico Libération.

Friday, March 02, 2007

Ojos azul glauco


Creo que hay que establecer una clara distinción entre orientación sexual y práctica sexual. La orientación sexual es una cuestión genética sobre la que no influye para nada el aprendizaje, el entorno familiar y social. En cambio en la práctica sexual ocurre todo lo contrario, el aprendizaje, el entorno, son decisivos.

Respecto a la orientación sexual algunos recurren a un ejemplo clarificador. Se trata de una característica genética como lo es por ejemplo el color de los ojos. La orientación homosexual, estadísticamente mucho menos frecuente, es como tener los ojos de azul glauco (mezcla de azul y verde), un color infrecuente con respecto a otros. Del mismo modo que no elegimos el color de los ojos tampoco la orientación sexual es una elección. Uno puede optar por vivir su sexualidad en concordancia o no con su orientación sexual, según sus propias valoraciones y los márgenes que la sociedad le conceda, pero en ningún caso elige su propia orientación sexual.

La influencia del entorno familiar y social en la práctica sexual parece evidente. Antropólogos de prestigio como Marvin Harris observaron que "diversas culturas incorporan la homosexualidad masculina en su sistema de desarrollo de la personalidad masculina". Cita a continuación a algunas sociedades en las que determinadas prácticas entre individuos de un mismo sexo estaban generalizadas e incentivadas socialmente a veces fruto de determinadas creencias. En base a estas observaciones advertía Harris de la confusión que puede suponer "el considerar las expresiones de la sexualidad de la propia cultura como algo consustancial a la naturaleza humana" ("An introduction to General Anthropology", Marvin Harris, 1971).

Si aceptamos que cada cultura tiene sus propias expresiones de la sexualidad humana podemos convenir en la influencia de las creencias, religiosas o animistas, sobre el comportamiento sexual. En su origen las tres grandes religiones monoteístas pretenden extenderse. Creced y multiplicaros, llenad la Tierra y sometedla, se dice en el Génesis. Obviamente toda actividad sexual que no se orientara hacia la reproducción debía ser rechazada.

El heterosexual se encuentra con una sociedad a su medida y, en el mejor de los casos, se muestra tolerante hacia el otro. Azul glauco, ojos de un extraño color... qué le vamos a hacer. Desde la acera de enfrente sólo cabe confiar en el avance de la ciencia y de la aplicación de los derechos humanos. Confiar sin esperar mucho.