Sunday, November 30, 2008

(III) - CHAIM NO SERÁ HANS (ficción)



"El mundo existe únicamente gracias al aliento de un niño". (TALMUD)

Balneario de Letiny (BLOVICE), 1942

Al filo de las ocho de la mañana el señor Resl entró en el despacho del doctor Bures. Esperó en vano unos veinte minutos. Luego indicó en recepción que cuando llegara lo dirigieran de inmediato a su despacho.
A media mañana el doctor abrió la puerta pintada de blanco con el rótulo plateado de generální reditelství. El rostro del propietario le pareció más ajado y más lívido que nunca. Al día siguiente era la cita de Bures en el barrio judío de Praga para recoger al nieto menor de los Liebermann.
- ¿Está todo bien previsto, doctor? - preguntó nerviosamente, sin saludarle.
- Sí. Mañana al mediodía en la calle Maiselova. Liebermann me confirmó por telegrama.
- Encontrará controles en las carreteras -advirtió Resl.
- Tranquilícese, llevo días preparándolo todo. Tengo mis documentos. Un médico que lleva a un niño enfermo al balneario que dirije no tiene nada de especial. Ahora nos conviene a todos dominar nuestros nervios -añadió el doctor aparentando tranquilidad.
- El niño viajará dormido en el asiento trasero. Si se empeñan en despertarlo habla alemán y en su documentación figurará Hans en lugar de Chaim.
El señor Resl se mostró más tranquilo.
- Les esperaremos en casa. Elke ha preparado la habitación. Sabemos que será muy duro para todos. No podrá salir de la casa pero nos turnaremos, lo educaremos. Luego Dios dirá.
- Ah, mi esposa me recuerda si debe usted llevar alguna medicación para el asma del niño. Hay que prever todos los detalles -apuntó Resl.
El doctor lo miró extrañado.
- ¿Qué asma? Es una leve alergia lo que padece, como tantos otros niños.
El rostro blanquecino de Resl adquirió súbitamente un color rosado.
- Vaya, me temo que metí la pata... -sonrió tímidamente-. Elke quedó muy extrañada
cuando le hablé del asma que sufre la mayoría de niños de este país...
Ambos se rieron. Era también una forma de combatir el nerviosismo.

De camino a Praga, instalado en su Tatra 97, el doctor tuvo tiempo para una larga reflexión. Resl, ese hombre instruído, sensato, entregado en cuerpo y alma al negocio que heredó de sus antepasados ¿podía realmente ser tan ingenuo?. ¿Pensaba de verdad que alguien podía entrar en el ghetto y llevarse tranquilamente a un niño judío?. ¿No se daba cuenta del sentido de las deportaciones a Terezín?. También era cierto -pensó- que si ignoraba lo que ocurría en su propia casa cuando permanecía en el trabajo ¿cómo iba a saber lo que sucedía más allá de los baños?. Respecto a Elke Resl sólo albergaba dudas, pero en el mejor de los casos, si no era bien consciente de lo que suponía ocultar a un niño judío, iba a ahorrarle serios problemas, se dijo a sí mismo.

Pasó algunos controles de carretera pero los soldados no percibieron irregularidad en sus papeles. En Praga se dirigió al muelle de Na Frantisku, aparcó junto a una puerta trasera del viejo hospital. Anunció su llegada en la recepción y regresó al Tatra 97. A los pocos minutos apareció su colega la doctora Vagnerová con el niño envuelto en una manta. Lo colocaron con cuidado en la parte trasera del auto.
- Despertará en un par de horas -susurró de un aliento la doctora antes de desaparecer por la misma puerta.
El doctor Bures enfiló por el muelle en dirección contraria a la del ghetto, hacia el norte de la ciudad. Llegó a una zona de grandes casas con jardín, más allá empezaba el campo. Se detuvo ante una casa de la calle Svetská. Una mujer joven de pelo trigueño abrió la puerta metálica del jardín. Entraron el auto, luego al niño dormido en la casa. El doctor besó a la mujer. Se llamaba Rebecca y Chaim seguiría llamándose Chaim.

El doctor decidió pasar los primeros meses en la casa junto a Rebecca y Chaim. No resultó fácil. Chaim tenía sólo seis años, lloraba, pataleaba con frecuencia. Deseaba regresar con sus padres, preguntaba por sus abuelos. Aprendieron a inventarse muchos recursos para mantenerlo entretenido, se estimularon mutuamente las virtudes de la paciencia y la perseverancia. Se ejercitaron, enfin, en las mentiras piadosas que facilitaba la propia incertidumbre por el futuro.

Supieron a ciencia cierta que los familiares de Chaim fueron deportados a Terezín aquel verano de 1942.

Les llegaron también noticias de Letiny adonde obviamente el doctor Bures no había regresado. Elke Resl era la nueva propietaria del Balneario. Los sábados al atardecer se organizaban veladas en el jardín para la oficialidad de la gran base de Pilsen. Corrían la cerveza y el champán. Antes, eso sí, los empleados habían limpiado los restos de sangre del cuerpo del señor Resl que permanecieron unos días junto al cenador en el que Chaim solía leer la Torah sentado junto a su abuelo. El amante de la señora Resl, oficial de la Gestapo, disparó por la espalda al hombre, exactamente un día después de la hora esperada de llegada del doctor Bures con el niño judío.

Saturday, November 29, 2008

II - EL PEQUEÑO CHAIM (ficción)



"Quien salva una vida, salva al mundo entero" (Talmud)

Balneario de Letiny (BLOVICE), 1942

A través del cristal de la puerta de su despacho el doctor Bures columbró una cabeza erguida que desfilaba por el amplio corredor del balneario. Abrió el cajón de su mesa para tomar una carta y se precipitó hacia la puerta. Era en efecto el señor Resl, propietario de Letiny.
- Es del señor Liebermann -dijo blandiendo el sobre blanco, encaminándose hacia la figura alargada e inmóvil del pasillo-. Llegó en el correo de ayer y la reservé para entregársela personalmente. Podría tratarse de algo importante. No corren buenos tiempos para nuestros clientes judíos -añadió.
Resl se limitó a darle las gracias para guarecerse a continuación en su despacho. El aire fresco y suave de la campiña penetraba por las ventanas del corredor.

De anochecida, en su casa de Blovice, Resl preguntó a su mujer si recordaba al nieto de los Liebermann.
- ¿El niño de los ojos vivaces que se sentaba junto al abuelo en el cenador del jardín de Letiny para leer la Torah?.
El hombre asintió con la cabeza.
- El señor Liebermann me escribe que el problema de asma de Chaim se ha agudizado esta primavera. Si podría pasar una temporada en Letiny.
- ¿El niño solo?
- Supongo que no puede ser muy claro en su carta. De hecho me ha confirmado Bures que su problema era leve, un caso de asma como el que sufre la mayoría de niños de nuestro país. Interpreto que nos pide si podemos ocultar al niño.
Permanecieron pensativos. Tendrían unos sesenta años. El era alto y delgado, el escaso pelo plateado peinado hacia atrás. Ella era una mujer rubia, de agradable aspecto, que se aburría en casa. Pertenecían a la minoría alemana.
- Un niño con tirabuzones de nombre Chaim correteando por el parque un fin de semana con el balneario infestado de jerifaltes nazis... -observó el señor Resl.
- ¿Por qué nos piden algo así a nosotros? -se preguntó ella.

La respuesta la sabían, la obtendrían ellos mismos, poco a poco, y disponían de algún tiempo para la reflexión. Los Resl eran alemanes y muy conservadores pero habían rechazado la invasión del país. Recordaban muy bien como el esplendor de principios de siglo había traído prosperidad al negocio familiar y luego la Gran Guerra la desolación. Regresaron los tiempos dorados en los años veinte y treinta, las estancias de célebres escritores como Alois Jirásek le dieron renombre, judíos de Pilsen y de Praga eran fieles clientes. Liebermann repartía entre sus amistades el pequeño catálogo gris que enumeraba los beneficios de sus aguas termales. Eran conscientes de que la nueva situación bélica ya había empezado a perjudicarles. Por otra parte se acordaban del pequeño Chaim y, a través de él, del hijo que perdieron.
¿Qué podían perder ahora salvo su soledad?. ¿Su propia vida?. ¿Tanto tiempo les quedaba?. Bah, si el tiempo también es un Hitler que lo destruye todo.

Días más tarde Resl enfiló el corredor hacia el despacho del director médico. A través del cristal de la ventana vio una sombra oscura y redondeada detrás de la mesa ojeando algún expediente.
- Discúlpeme - dijo tomando asiento al otro lado de la mesa.
- Siempre he confiado en usted, Bures. Elke y yo hemos estado reflexionando sobre el niño judío. Ya le comenté el caso y ahora mi mujer está muy decidida.
El doctor Bures asintió, se inclinó a su derecha para abrir el cajón y sacó una carta.
- La tenía preparada -sonrió-. No hay mucho tiempo que perder, más después de lo ocurrido con el obergruppenführer. Cito al señor Liebermann para que me entregue a Chaim en la calle Maiselova de Praga. Todo irá bien.

Thursday, November 27, 2008

(I) - EL VIOLINISTA (ficción)



"El ángel de Hashem acampa alrededor de los que le temen y los defiende". (Menajot 43b)

PRAGA, 1938

El señor Liebermann se excusó ante sus compañeros de cuarteto dando por finalizado el ensayo. Colocó con delicadeza su violín en el estuche y salió en dirección al puente de Carlos. Enfundado en un abrigo negro, con la cabeza cubierta por un sombrero de fieltro también negro, era una sombra solitaria que aceleraba sobre la nieve, jalonada por las oscuras estatuas del puente, familiares y ajenas a la vez.

En el amplio apartamento, con vistas sobre el viejo cementerio donde reposaba el rabbi Löw, aguardaban su esposa Jana y tres de sus cuatro hijos. Los dos varones conversaban en el salón sobre las terribles leyes de Nuremberg junto a una bella estufa de mayólica. Cuando llegó, la esposa y su hija Hanna empezaron a servir la cena. Una majestuosa menorah dorada se alzaba en el mueble principal del comedor.

Como solía suceder cada año, tras la estancia de los padres en el balneario de Letiny, reunían en la casa a sus hijos Ariel y Salomon. Hanna permanecía soltera y convivía con ellos. Ese día todos esperaban con curiosidad noticias sobre Samuel, el hijo menor, quién deciocho años atrás había esposado a una gentil y el padre, devoto de la Torá, había desheredado. Vivía en algún lugar de la Meseta y sólo obtenían noticias sobre él en el balneario. Se las proporcionaba una vieja farmacéutica de Jihlava, la señora Destínová, que acudía cada noviembre a Letiny a reponerse de su asma y otros males.

- La señora Destínová está muy delicada -afirmó con cierta solemnidad el señor Liebermann-. Después de cenar haremos unos tefilot para su refuah chelemah.
- Emma bat Rebecca- añadió la madre anticipándose a Ariel que se había apresurado a sacar de su bolsillo un pedacito de papel y una pluma para escribir los nombres de pila de la enferma y la madre de ésta. Había que citar los nombres varios días, hasta su restablecimiento.
- Podéis leer el tehilim veinte- sugirió el padre con voz muy suave.

Tras unos minutos Salomon rompió el silencio.
- ¿Y Samuel?.
El padre se acomodó las gafas y movió los labios hacia la punta de la nariz.
- Sigue bien. Sus cuatro hijos ya son adolescentes.
- La menor, la niña, tendrá trece años -corrigió la madre-. Dijo la señora Destinová que es muy hermosa, con el pelo dorado y los ojos azules.
Se le nubló la vista.
- Me gustaría al menos conocerlos -balbuceó-. Ir a esa aldea, Plandry, o escribirles, no sé. Sea como sea suplico a diario al Misericordioso para que les provea cada día en sus necesidades.
- Al parecer nadie sabe allí que es judío -afirmó el padre a modo de reproche, clavando la mirada a sus dos hijos varones-. Oculta sus orígenes, su identidad, su pertenencia al pueblo elegido. Como si su vida hubiese empezado cuando conoció a esa gentil.
- Padre, no debéis preocuparos. Nos habéis transmitido unos valores eternos que a su vez transmitimos a nuestros hijos y que recibísteis de vuestros antepasados. Sólo Hashem sabe porque Samuel se ha extraviado -añadió Ariel.
- Siempre se lo digo a vuestra madre. Hashem nos proporciona salud, un negocio próspero que nos ha permitido criaros y educaros. A muchos otros, y somos más de cien mil judíos en Praga, no les da tanto o incluso muy poco. Y cuántos perdieron a sus hijos en la guerra. Puedo aceptar que me diera un hijo rebelde, sólo El sabe la razón y no podemos pretenderlo todo -sentenció el padre.

Tras la cena oraron por la señora Destinová. El padre leyó el tehilim veinte y concluyó con un amen ken yehi ratson.

Sentados los hombres en el salón junto a la estufa de mayólica Salomon se refirió a los tiempos inciertos que se avecinaban y que eran conversación habitual en los cafés praguenses.
- Desde hace tres años los judíos alemanes son ciudadanos de segunda clase. No sabemos lo que puede suceder aquí. Mi esposa y yo pensamos en Haïm que sólo tiene tres años. Está incluso dispuesta a irse a América si la situación degenera.
El padre protestó.
- Con los tefilín anudamos nuestra mano izquierda con Hashem mostrando que tenemos total fe y confianza en El. Ponemos nuestro destino en sus manos, entregándonos a su voluntad.
Acto seguido repitió alzando ligeramente la voz.
- Nuestro destino está en sus manos.


PRAGA, 1942

Tras tres años de terror y de terribles limitaciones Avigdor Liebermann, anticuario, violinista y hombre de profunda fe, su esposa Jana, su hija Hanna, sus hijos Ariel y Salomon, sus nueras Ilana y Leah y sus nietos Alon y Gal fueron deportados a Terezín y posteriormente a Auschwitz. Murieron en ese siniestro lugar "donde no se podía tocar el violín. Allí se rompían las cuerdas de todos los violines del mundo".

Haïm, de seis años, hijo de Salomon, fue confiado al doctor Bures director del Balneario de Letiny, cerca de Pilsen, meses antes de la deportación. También evitaron la deportación Samuel, el hijo extraviado, y sus cuatro hijos.

Sunday, November 16, 2008

Un hijo en el Vaticano


"Lo importante no es lo que uno cree sino las razones y las circunstancias que le hacen creerlo" (José Manuel RODRÍGUEZ DELGADO)

Semanas atrás me invitaron a almorzar en su casa. Siempre me ha despertado una cierta curiosidad descubrir los objetos, las plantas y los animales domésticos con los que otros han decidido convivir. Especialmente cuando presiento que me encontraré con objetos antiguos o exóticos. Viejos recuerdos familiares, lienzos, alfombras, porcelanas...Mis anfitriones son ya mayores y ella está últimamente preocupada por la salud de él. No sufre ningún dolor pero cuando anda da la impresión de que va a caerse. El origen está al parecer en un pequeño accidente vascular. Admiro a esta mujer desde que supe que él enviudó prematuramente, quedándose con bastantes hijos aún pequeños, y ella asumió el papel delicado de nueva esposa y madre.

Alguna vez me hablaron del hijo monje, el mayor. Siempre me ha intrigado que alguien pueda renunciar a los placeres de la carne por unas creencias cuyo origen se pierde en la nebulosa de los tiempos y que implica un permanente conflicto con la razón. Ellos no parecen mojigatos, transmiten una cierta bondad, es todo. Recuerdo que en cierta ocasión él me habló con esa complicidad que suelen utilizar los hombres con otros hombres hablando sobre mujeres.

La casa, sin lujos, resulta acogedora. Me llama la atención el largo pasadizo que une el salón que da a la calle con el comedor, repleto de objetos, retratos y cuadros. A continuación una espaciosa cocina y unas escaleras que descienden a un jardín abandonado. Observando retratos en el comedor veo al hijo monje, inconfundible con su espesísima barba. A continuación aparece una joven en actitud mucho más distendida. "Es la bailarina de la familia", me dijo la anfitriona.

Durante la sobremesa en el salón mi anfitrión se hunde en el cómodo sofá, enciende un habano y se sirve un coñac que no es de una marca cualquiera. Es un buen conversador. Le pregunto por el hijo monje y la respuesta es muy jugosa. Cuando el hijo le confesó su deseo de entrar en una orden religiosa el padre le propuso "conocer la vida". Se irían unas semanas a París, fiestas, buenos restaurantes y por supuesto bellas mujeres. El hijo declinó el ofrecimiento, el padre entonces aceptó su decisión y se olvidó de París.

Sostenía Bertrand Russell que "la mayoría cree en Dios porque les han enseñado a creer desde su infancia". Parece evidente y de hecho lo han confirmado muchos otros pensadores después de la célebre conferencia de 1927 de Russell. Este no parecía el caso y yo quería buscar una respuesta. Entonces recordé que Simone de Beauvoir sostenía que hay casos en que a uno se le desmorona el mundo por diversas circunstancias, como una crisis existencial, y que en estas situaciones la fe aparece como un refugio, una tabla de salvación. La pérdida de la madre en la pubertad es una tremenda tragedia. La influencia de los curas del colegio y un ambiente que no era contrario a la religión harían el resto.

Pocos días después me contó alguien que los conoce bien que mi anfitrión era hijo de la alta burguesía industrial de la ciudad. Se permitió muchos caprichos y dilapidó la herencia. El hijo reside en Roma y no es un monje cualquiera. Estuvo en la sala Clementina velando el cuerpo inerte de Karol Wojtyla y participó en la liturgia de su funeral.

Monday, November 10, 2008

El caso Horáková


"Váyanse a los prados y a los bosques, allí, en el perfume de las flores encontrarán una parte de mí, váyanse a los campos, miren lo hermoso y estaremos juntos. Miren a la gente que les rodea pues en cada una de las personas voy a reflejarme en algo. No estoy insegura ni desesperada, estoy muy tranquila porque mi conciencia así lo está" (Milada Horáková)

Recuerdo la gran avenida que separaba el estadio del Sparta del parque de Letná. Había acudido algunos domingos por la mañana al mercadillo que tenía lugar bajo las tribunas al que solían ir ucranios y vietnamitas. Era muy lúgubre. También alguna vez había cruzado el parque hasta el mirador donde había estado colocado el monumento a Stalin, más tarde retirado. Había en su lugar un feo metrónomo. Como había ocurrido con tantas calles la avenida había perdido su nombre para pasar a denominarse calle de Milada Horáková.

Tiempo después supe que el nombre correspondía al de la única mujer ejecutada por el régimen comunista, acusada de espionaje y alta traición. Milada Horáková era miembro de la dirección del Partido Socialista (democrático) y diputada, no ocultaba su rechazo al comunismo y mantenía contactos con compañeros de partido que habían optado por ejercer la oposición en el exilio. No hubo ninguna traición, simplemente los soviéticos querían lanzar una seria advertencia a la oposición, como habían hecho en Hungría con László Rajk. La sentencia había sido decidida con anterioridad al juicio.

Recuerdo unas imágenes muy impactantes, de archivo, en blanco y negro, de la televisión checa. Una mujer de aspecto frágil defendiéndose con honor durante un juicio, y las voces severas, casi inhumanas, de los acusadores. La mayoría eran obreros que habían realizado un curso de derecho de sólo seis meses. Fue ahorcada en junio de 1950 en la cárcel de Pankrác.

Este otoño, cincuenta y ocho años después de la ejecución, la democracia checa ha ajustado algunas cuentas con el pasado. El Tribunal Supremo ha condenado a la fiscal del caso, Ludmila Brozová-Polednová (foto), la única que sobrevive, a sus 86 años de edad. Por motivos de salud no cumplirá la pena de seis años de cárcel, impuesta por el más alto tribunal anulando una sentencia anterior que consideraba que el delito había expirado. El presidente Klaus rechazó amnistiarla.

"Quizá si me lo hubieran permitido nunca hubiera estado en la posición de fiscal. Si me hubieran dejado hablar con ella quizá hubiera tenido una opinión distinta", declaró la anciana acusada. El tribunal considera que fue plenamente consciente de que el juicio no se realizó de forma justa. "¿No ven que me da lo mismo morirme en medio año en la cárcel o fuera de ella?" sentenció.