Friday, January 26, 2007

Una guía sobre Egipto


Empieza el autor de la guía con una página entera de agradecimientos. A fulanita y menganita "auténticas exploradoras de mis errores sobre el papel", al "desaparecido Marcelino V.G. por los apartados de (...)". Pido disculpas pero ¿qué quiere decir eso de "desaparecido"?. Lo de exploradoras queda claro a poco de iniciar la lectura: explorar no significa corregir. Agradecimientos para algunos y advertencia al lector sólo empezar: "el lector y viajero debe ser consciente de que la presente obra no sólo es el resultado de mi propio trabajo (...)". Me enfrasco en la lectura de una guía que promete y son 687 páginas sin fotos.

Tras los agradecimientos, la información general en la que incluye la historia del país. "El pueblo egipcio la noche del 26.01.1952 incendió la ciudad de El Cairo y con ello toda propiedad británica". Suena extraño ¿no? como si fuese necesario incendiar todo Madrid para destruir los restaurantes y las tiendas de los chinos... No sé, igual sucedió así como dice. "El Cairo resurgía tras la victoria en la guerra del Yom Kippur (1973)". !Dios mío! ¿Qué victoria? Llegaron las fuerzas israelíes hasta las puertas del Cairo, medio ejército egipcio rodeado en la península del Sinaí, la comunidad internacional, alarmada, exigiendo un alto el fuego a Israel. Enfin, paso por alto lo que se le ocurre decir sobre la guerra del 67. Uno no es especialista en todo, escribir una guía sobre un país es arriesgado porque hay que tratar de todo.

Faltas de ortografía, de sintaxis, de estilo, la lectura resulta hasta desagradable. Azúcar es del género femenino (azúcar refinada, azúcar frita), las ciudades son "gobernaciones urbanas". El pintor tal "durante los cincuenta años de su carrera alcanzó su abstracción, donde logró sus éxitos". "Sus pinturas enfocan su gran amor a su país, con escenas del mismo y de la ciudad". El escultor cual "muestra el dramatismo de la vida diaria de un hombre lo cual le clasifica como un artista de política social". ¿Entendéis todo esto?.

No tiene en cuenta al destinatario de su texto, da la impresión de que hay que llenar páginas como sea. Me pregunto a qué lector de una guía en español le va a interesar la dirección de la oficina de turismo egipcia en Seúl o Kíev, del centro cultural hindú (bueno, a Sonia quizá) o de la embajada de Singapore. Sí, escribe Singapore. Y ¿a santo de qué contar los propios viajes que el autor ha realizado por el país?. Temas complejos como la historia del Antiguo Egipto, con su vocabulario específico y la gran cantidad de dinastías y personajes, resultan difíciles de exponer de forma didáctica incluso para un experto. El autor ahí se limita a llenar páginas simplemente con datos obtenidos de textos especializados que el lector ni puede relacionar, ni a menudo situar en el tiempo y que ni siquiera va a recordar.

A veces resulta gracioso: "como dice un proverbio egipcio quien bebe agua del Nilo vuelve a Egipto" para advertir, un centenar de páginas más adelante, que el consejo más importante que puede dar al viajero es que no se bañe en las aguas del río por la presencia de "un parásito que puede resultar mortal". A veces se entusiasma: "El Cairo es una ciudad abierta donde todo es posible y todo cuanto hayáis pretendido o deseado lo habréis conseguido". Vaya, yo sería la excepción.

Uno puede encontrar información sobre la mayoría de los hoteles egipcios. Eso está muy bien pero, al margen de la inevitable subjetividad, no deja de ser delicado comentar esto. Es muy útil la información sobre la situación (poco precisa en este caso porque en una ciudad inmensa no basta con señalar que tal hotel está en tal barrio) y las posibilidades de comunicación hasta el centro de la ciudad (muy insuficientes) porque es algo que no varía con el paso del tiempo. Del mismo modo es útil la información sobre las instalaciones, aunque está claro que pueden empeorar o ser mejoradas. Otras informaciones como las que se refieren al servicio, limpieza, etc... me parecen más delicadas: la dirección, el personal e incluso la propiedad de un hotel suelen cambiar con el tiempo y donde antes había suciedad haber limpieza. Diría que este tipo de información es para textos que se revisan, para nuevas ediciones que son actualizadas. La guía que adquirí fue editada hace seis años, la información pues obtenida hace siete u ocho años. ¿Cómo pensar que nada habrá cambiado en los hoteles, restaurantes y discotecas?. De todos modos lo más inaceptable es que el autor recomiende al turista español que va a contratar un viaje sólo una agencia en concreto, más cuando husmeando por la red compruebo que el autor de la guía es dueño de la agencia que recomienda. Me parece feo, una picaresca inaceptable.

Pero 687 páginas dan para mucho. A pesar de las informaciones superfluas, del desorden y los errores, la guía ofrece mucha y variada información y amistosas recomendaciones. Con paciencia de entomólogo al final el lector puede retener en la memoria un poso de información valiosa. Claro que se puede pensar que en España, en el año 2007, una guía de una de las colecciones más frecuentes en las librerías debería tener mucha más calidad. Como mínimo la editorial debería disponer de un corrector de ortografía, sintaxis y estilo.

Sunday, January 14, 2007

La mujer rota



"L'histoire ne s'intéresse qu'aux privilegiés" (MARGUERITE TOURCENAR)

Puntualmente, en vísperas de Navidad, mi abuela paterna llamaba a sus primos de Barcelona. A pesar de la escasa distancia geográfica se veían muy raramente, a veces se olvidaban de felicitarse por el cumpleaños pero nunca cuando se aproximaban las fiestas navideñas. Una vez coincidí con el primo y su única hija en casa de la abuela. Recuerdo que era una mujer muy bella, esbelta, con una hermosa melena rubia. A la vez era una mujer sencilla, discreta, silenciosa y de una elegancia clásica. La abuela me contó que junto a su marido había vivido un tiempo en Alemania, había tenido dos hijos y luego habían regresado todos para que los hijos crecieran cerca de sus abuelos.

Algunos años más tarde, al filo del verano, mi abuela recibió una inesperada llamada de su primo. Fue para contarle que el matrimonio y los dos niños pasaron sus vacaciones en la montaña, en los Pirineos. Un día el padre fue con los niños a bañarse al río, al parecer se distrajo o se confió y cuando miró los niños habían desaparecido del lugar en el que tomaban el baño. Horas más tarde se recuperaban sus cadáveres de las aguas. La abuela no podía dar crédito a lo que oía.

Algunos meses más tarde la abuela reconoció al otro lado del hilo telefónico la voz familiar de su primo. Llamaba para contarle que el matrimonio se había separado. Permanecerían siendo amigos, manteniendo una buena relación, pero él deseaba vivir solo. No parecía haber una explicación. Quizá su esposa, esa bella mujer discreta, le recordaba demasiado a sus hijos. Quizá pensó que alejándose de ella superaría la tragedia, que con su ausencia podría enterrar definitivamente a sus hijos. No lo sé, nadie se explicaba la separación. En todo caso pienso que resultó en vano porque es sabido que podemos superar la muerte de nuestros abuelos, de nuestro padres, pero nunca la de un hijo. Podemos como mucho aprender a vivir sin él, sin ellos, pero una tragedia de esa magnitud no puede nunca superarse.

Tiempo después la abuela creyó que esta mujer podría ser la solución para enderezar a su hijo -mi padre- que tantos quebraderos de cabeza le daba desde que mamá se libró de él. Algo conté sobre él en mi post anterior "Mamá perdió la guerra". La abuela urdió varios encuentros pero afortunadamente la relación no llegó a nada y dejaron pronto de verse. Papá era ya un deshecho. Le perdono a la abuela ese egoísmo despreciable que mostró porque sé que ella nunca ha sido consciente de la naturaleza del desorden psicológico de su amado hijo.

Años más tarde la abuela recibió otra llamada de su primo, otra llamada inesperada porque ni era víspera de Navidad ni era el cumpleaños de nadie. Nada más descolgar y reconocer su voz la abuela pensó de inmediato que algo le había sucedido a su mujer que ya era muy mayor. Pero de nuevo la realidad superaba cruelmente los peores temores. Llamaba para comunicar la muerte de su hija. Aquella mujer bella, discreta y definitivamente frágil con la que coincidí quizá sólo una vez en casa de la abuela había fallecido en el hospital tras una brevísima enfermedad. Dicho de otro modo había atendido la llamada de dos pequeños ángeles que en el cielo la aguardaban.

Mi abuela sigue ahí, en su aparente eternidad. Estas pasadas Navidades no hubo llamada familiar desde Barcelona. No queda nadie para marcar su número de teléfono.

Friday, January 05, 2007

¿Mitómanos?


Llama poderosamente la atención su vestimenta: pantalón negro, camisa blanca, chaleco de las grandes ocasiones y corbata exhuberante, de nudo rizado. Invariablemente siempre así. Y llama la atención su encanto: se esfuerza por resultar simpático, halaga; ternura y una bruma de deseo en la mirada... ¿Quién se resiste a M.? Lo siento, he tratado con él en contadas ocasiones, desconozco la historia azarosa que se adivina detrás. Sólo sé que una conocida común, necesitada de afecto, cuya histeria aumenta a medida que lo hace su peso, cayó en sus redes durante unos días. Sólo unos días porque viven en ciudades muy apartadas y tuvieron pronto que separarse. Afortunadamente para ella. Una vez hablé un poco con él, escuché con interés e incredulidad sus historias, luego le hice una confesión personal para comprobar si era capaz de descender al plano de la sencillez y la verdad pero resultó que no y siguió fabulando sobre su pasado. Me resulta conocida esa telaraña, esa habilidad para despertar compasión, para aparentar interés. Mentiras útiles salpicadas, por hábito o simple diversión, de algunas de inocentes, inútiles, y cómo no de algunas verdades. Espesa red de la que es difícil salir indemne. Por eso esta conocida común tuvo suerte aunque ella probablemente piense lo contrario. "Si estuviera menos obesa..." se estará lamentando. Creo que la salvaron sus propios problemas económicos. En otra situación, el hombre atildado y encantador hubiera sabido muy bien cómo salvar la distancia geográfica.

El señor T. viste traje y corbata mientras nos tomamos un café en una terraza. Le brillan los ojos, el rostro enrojecido... pero, sin preguntarle, confiesa que no toma alcohol. Queda claro que los trabajos ocasionales que le ofrecemos sólo son para él un pasatiempo, un hobby, no necesita el dinero, simplemente le permite viajar que es lo que él siempre ha deseado. Sorprende que ahora, en plena madurez, se haya roto su pasado profesional -no sé qué ocurrió- y acepte un trabajo irregular, peor remunerado y exigente en cuanto a preparación y conocimientos. Sabe que mis preguntas irán encaminadas a valorar su capacidad para afrontar el reto. No debo preocuparme, me muestra montones de hojas con las que se ha documentado, le gusta tratar con gente y mostrarse amable, conoce bien sus armas para compensar la inexperiencia. No debo preocuparme, acaba de empezar pero los clientes lo alaban, le agradecen, incluso lo abrazan... Le llueven ofertas de trabajo por mucho más dinero pero él está agradecido a nosotros por haberle dado la oportunidad. Lógicamente no puede resistir ciertas ofertas, mucho más dinero y apenas responsabilidades, pero nosotros somos especiales para él. Dice que gasta muchísimo durante los viajes, regalos para toda la familia... Me fijo en el reloj aparatoso y lujoso que luce. Confiesa que es una imitación perfecta de la marca tal, lo adquirió en el puerto de Nápoles por unos pocos euros. La sinceridad de la confesión me llama la atención: el original es carísimo, podía haber dicho que se lo había comprado o que se lo habían regalado, así hubiese conseguido una vez más mostrar su pretendida enjundia, bien económica, bien en relaciones y aprecios personales. No debo preocuparme, días más tarde me envía por escrito un mensaje por si me hubiese quedado alguna duda: no sólo conoce bien el lugar de Francia al que pretendemos enviarle sino que además habla francés perfectamente. Me digo que este hombre vive en permanente cuento de la lechera...

No llamo a L.A. porque no tenemos un amigo común del que hablar y dudo que le interese realmente lo que hago yo. El único tema de conversación posible es él. Sus viajes, sus amantes ocasionales, sus amistades importantes, su vasta cultura, sus magníficos salarios... Dos meses en América, en otoño dos o tres más, luego Europa del Este, lo mucho que se divierte en Colombia, la facilidad con la que se mete a alguien en la cama... No lo llamo porque ya me sé de antemano lo que me va a contar. La vida es bella y la realidad un acordeón o un globo que se va hinchando e hinchando. Ciertamente hay viajes, hay salarios, hay amantes, pero hasta cierto punto. Resulta agradable conversar con él en una cafetería como solíamos hacer en Praga o en Budapest. Si uno no se muestra incrédulo ante lo que oye él se mantiene sosegado y las palabras fluyen en una atmósfera agradable. Ahora la única opción es oír su voz poderosa al otro lado del auricular pero me resisto. Monótona mitomanía que cansa cada vez más.

Sé que de estos tres personajes sólo M. puede ser hasta cierto punto peligroso. El disocial utiliza magistralmente la mentira para obtener un beneficio personal. Además utiliza toda su seducción, que no es poca, para ir sacando provecho de su víctima. Conozco muy poco al segundo, T., pero tras la cuestión del reloj descarto que sea un mitómano. Diría que es alguien que exagera respecto a sus propias capacidades, que es exageradamente optimista. Aparenta cierta fragilidad, quizá sufra sus depresiones. Es distinto a los otros dos. De todos modos la mitomanía de L.A. diría que no tiene la misma naturaleza que la de M. Diría que miente por vanidad, puramente por vanidad y que, en este sentido, a diferencia de M., es totalmente inocuo.