Saturday, March 10, 2007

Unas viejas amistades


Como un motor que se detiene en el aire, la muerte del barón me dejó muy desubicado. Recurrí a Alexander que era muy culto, escritor y políglota.
- Quizá no esté muerto. Son tantos los rumores y era tan misterioso. Quizá ha huido a otro lugar y debiera esperar su llamada.
Alexander, que lo había conocido, balbuceó algunas palabras, desaprobando. No quería robarle el tiempo que dedicaba a su prole así que pronto me despedí. El me informó que acababan de instalarse en la ciudad dos españoles muy simpáticos. Habían abierto una boutique ahí al lado, en el nuevo centro comercial.

Al día siguiente crucé la Vinohradská, ordenadamente me detuve ante los escaparates, más o menos lujosos, del centro comercial. Al llegar a la segunda galería vi el rótulo: Brána Módy. Suena bien pensé, el Portal de la Moda. Quizá un poco pomposo para las reducidas dimensiones del local. Me presenté. Ella era más bien bajita, un cuerpo proporcionado bajo la melena azabache. Algo extraño en su mirada, como si te mirase pero no te viera. Eso sí, hablaba demasiado alto para estar en una ciudad centroeuropea. El era espigado, una larga nariz sobre un cuerpo vaporoso de puro delgado. Llamativa e inclasificable su forma de vestir: americana, camisa y pantalón, sí, pero todo de un raro diseño, original. Pensé que este hombre de aspecto dudoso no encajaba al lado de esa mujercita común. Con el tiempo me di cuenta que se complementaban muy bien y que del aspecto de él no había que sacar mayores conclusiones. Ella era inteligente, el cerebro que compartían los dos. El se encargaba de los arreglos de la ropita y de ir a Madrid de vez en cuando para reponerla.

Nos veíamos con frecuencia. A menudo al filo del mediodía yo pasaba por la boutique para decirle a ella si se venía al restaurante. "!Dios mío, pero yo no como a la hora de las gallinas!" exclamaba con su voz poderosa y marcado acento andaluz mientras los escasos visitantes de la planta baja alzaban la cabeza hacia la segunda galería para identificar la procedencia del estruendo. Me contó sobre sus problemas de visión, así entendí que se aproximase tanto y que andase erguida, con su gracioso movimiento de caderas, pero sin fijarse en nada ni nadie, como si quienes se cruzaban con ella fuesen postes del alumbrado. Le advertí sobre el negocio: alquiler alto, mercancía limitada por el escaso espacio, el salario de una empleada porque había que atender en checo... Además el alquiler del luminoso apartamento de Strasnice.

Mis amigos vivían felices y despreocupados. Su círculo de amistades era amplio y no sólo entre los hispanos. Ella era divina, él un niño caprichoso y un poco latoso pero risueño y simpático. Acudían a los bares de moda y organizaban fiestas nocturnas en su casa como si Strasnice fuera Lavapiés. Rara vez acudí con ellos de copas. La última vez, en un bar repleto, formamos un reducido círculo entre la multitud de jóvenes occidentales. Empezaron a darle hondas caladas a un porro que de pronto me encontré entre mis dedos. Le di una caladita y miré hacia la barra: un barman inmenso se erguía moviendo la nariz de forma incesante, como un doberman, tenso y con cara de asesino. Le devolví el canuto a mi amiga para desaparecer abriéndome paso hacia la calle. En cuestión de segundos aparecieron ellos con cierto bochorno, empujados por el doberman que vociferaba amenazante.

A las fiestas en su apartamento era de los primeros en llegar, bebíamos, fumábamos lo que había -siempre de primera calidad- pero al filo de las once me acercaba a un amigo madrileño para recordarle que desgraciadamente había llegado la hora de la huída. No hacía falta insistirle, su mujer checa tampoco estaba dispuesta a prolongar la velada porque sabía que cuando llegase la policía -advertida por cualquier vecino que pretendiese dormir- le iba a corresponder a ella dar la cara. Nuestros anfitriones no hablaban checo, ni siquiera estaban en condiciones de dar alguna excusa en su propio idioma.

Entre ella y yo se estableció una cierta complicidad. En una de esas fiestas conocí a Michael, un estupendo norteamericano. A diferencia de la mayoría de sus compatriotas no había llegado a la más bella ciudad del mundo en busca de inspiración para escribir su primera novela. Lo suyo era menos pretencioso, se le daba bien la cocina y aspiraba a crear una empresa de catering. Al día siguiente hablé con ella sobre Michael y me dejó muy claro que mis primeras impresiones en cierto sentido eran infundadas. Era accesible y se prestó a preguntarle si estaría dispuesto a tomar una copa conmigo. Más joven, muy guapo, simpático y muy apasionado, Michael permaneció tres o cuatro días en mi apartamento. Agobiado, descentrado, lo dejé en su casa y quedamos vagamente en llamarnos. Ella quiso saber qué había ocurrido. No es tan discreto como parecía en la fiesta, le dije. Es frío, como un reloj en una nevera, le dijo él. Me temo que os quedásteis los dos con el culo al aire, concluyó ella, muy graciosa pero simplificando demasiado las cosas.

Mis amigos no permanecieron mucho tiempo en la ciudad. Regresaron a Madrid, consiguieron buenos trabajos y tuvieron un hijo. Los he visitado en alguna ocasión. La última vez que hablamos por teléfono ella andaba algo preocupada, me contó que él, que era un padrazo, se sentía celoso del niño. La oía perfectamente pero no acababa de dar crédito a lo que oía. Ella entonces me explicó que él protestaba porque le dedicaba casi todo el tiempo libre al niño. O sea que él estaba celoso de su propio hijo.

22 Comments:

Blogger Carlos Paredes Leví said...

Che, Cator, ¿No te recuerda al personaje de mi post anterior?.
Por otro lado, no creés que tanto peregrinar centroeuropeo era un aprendizaje previo hasta encontar su lugar en el mundo.???
Vos que sos reflexivo, contestáme pronto....
Un saludo, sabio varón.

6:23 pm  
Blogger El Castor said...

Carlos, es que no entiendo muy bien a qué y a quién te refieres exactamente.
Con el barón había amistad, el sexo era con otros, más jóvenes. Para mí ambas cosas, que se complementaban, eran esenciales. Desaparecido el barón, las otras relaciones siguieron igual. Los recuerdos de la amistad perdida dificilmente podían entorpecer relaciones de otra naturaleza.
En todo caso fue en la época que evoco cuando hallé mi lugar en el mundo. Brevemente, apenas duró dos años.
Saludos, caballero.

7:10 pm  
Anonymous Anonymous said...

Entiendo que en mayor o menor medida esas relaciones suelen ser contundentes. Como los tres goles de Messi, o no?.
Tú los pides, tu los tienes!

Lástima que a veces no alcanza...
Un abrazo, sabio Castor.

1:11 am  
Blogger El Castor said...

Messi es genial. Sus goles y los insultos al árbitro lo mejor del partido.
Saludos, caballero.

1:15 pm  
Blogger Carlos Paredes Leví said...

A ver si va a resultar que el Castor tiene dotes de clarividencia....
¿Aceptarías deseos ajenos para, puestos en tu boca, hacerlos realidad? ¿Cuánto cobras?.
Ah, Messi es un fenómeno.

3:00 pm  
Blogger El Castor said...

Es que no me lo explico... ¿cómo pude predecir algo así? ¿La kabbalah? Fue en el blog de Juanpa así que tampoco descarto alguna energía que emanó de su entrepierna y me inspiró...

3:24 pm  
Blogger ojos said...

..solo pasaba a saludarte, me gusta , siempre k vengo aki me encuento con algo , un abrazo grande castor este espacio esta muy bueno.
cariñisimos

6:11 pm  
Blogger Vicente Moran said...

no sé si es verdad lo que escribes, pero si lo fuese es muy novelezca tu vida, y si no bueno te gastas la media imaginación. En todo caso eso de los celos a los hijos me quedó dando vuelta...
¿existen hombres tan cavernarios aún? _Me atraen, son como aquellos que maltratan a sus mujeres por no darles el tiempo necesario.

8:21 pm  
Anonymous Anonymous said...

Nada es casual. Por algo me dicen el tri pode

8:54 pm  
Blogger El Castor said...

Ojos, también un abrazo. Espero que hayas recobrado fuerzas durante las vacaciones para reanudar tu blog de excepcional calidad. Besos.

10:13 pm  
Blogger El Castor said...

Sí es verdad, todo es verdad. Lógicamente destaco lo más llamativo por eso puede parecer algo novelesco. Inventar sería mucho más fácil pero no es mi propósito.
Oh, cavernario no es la palabra indicada en este caso pero me resulta difícil sobre este amigo intentar explicar ese comportamiento, algo infantil, muy caprichoso y bastante dependiente de su mujer. Creo que durante su infancia estuvo muy apegado a su madre que se lo consentiría todo y con relaciones complicadas con su padre. Diría que buscó una mujer que ejerciera un papel similar al de la madre pero no conozco tanto como para precisar más.
Saludos, Vicente.

10:49 pm  
Blogger El Castor said...

jaja Juanpa ¿y quién no presume de eso?

10:53 pm  
Blogger Carlos Paredes Leví said...

Juicioso Castor: ¿celos de la prole no es inmadurez? (a esto me refería; remitirse a mi post "Inmaduro").
Estos próximos días voy a dedicarte un post, relacionado con tu filia praguense. Un saludo.
Sobre lo de Juanpa, te comento que siempre me llamó la atención la manía masculina por tener el pene grande, como si esto fuera una gran bendición. Así, imagino que al célebre actor porno John Holmes, lo debieron enterrar de lado, porque dadas sus dimensiones (este si era superdotado y no el ínclito Pradero)resultaba imposible cerrar el cajón, siguiendo las prácticas tradicionales.
Un saludo.

12:13 am  
Blogger El Castor said...

Ah bueno era eso, la inmadurez. Ciertamente es un problema porque en el caso de ese amigo quien hacía y mantenía las amistades era ella.
Estoy esperado tu post con curiosidad.
Saludos.

10:52 am  
Blogger Carlos Paredes Leví said...

No tengas tantas expectativas que acaso te defraude. Esta noche, tarde, espero colgarlo en mi blog.
Saludos.

1:37 pm  
Blogger Carlos Paredes Leví said...

Soy muy impaciente. Lo acabo de colgar.

1:53 pm  
Blogger pietrapómez said...

Me gusta la atmósfera de este post. Nunca estuve en Praga, pero con las cosas que estoy leyendo (supongo que muchas de ellas son ficciones) no veo el momento de hacer una escapada.
Por cierto, me encanta el personaje de la andaluza!

2:35 pm  
Blogger El Castor said...

Pietra, no hay ninguna ficción, si hasta la foto que he metido es la del centro comercial... Y la verdad es que no me gusta mucho contar estas cosas ¿qué cara voy a poner la próxima vez que los vea? Aunque no me lean yo es que tengo mis escrúpulos. Pero todo es bien cierto.

Carlos, he leído tu post pero esta tarde tengo trabajo y hasta la noche con calma no podré. Soy lento, tengo que releer.

Saludos.

5:05 pm  
Blogger X'stian said...

Siempre que leo tus post, Castor te imagino como un Vlad Tepes moderno. Será el paisaje de Praga?

Saludos

1:15 pm  
Blogger El Castor said...

Kris, estás invitado al castillo. Yo de conde Drácula y tú que, por lo que leo en tu blog, no estás satisfecho hasta que has torturado física y psicológicamente a la víctima... pues íbamos a disfrutar como camellos.
Saludos.

3:56 pm  
Blogger Vicente Moran said...

Claro, claro de lo de cavernario era para provocar, más suave sería infantilismo. Aunque para mí es más ofensivo. En cambio cavernario suena como a macho macanudo que reclama por sus minutos. Cosa que acá se da mucho.
Lo de madres castradoras, no son ellas la que me llamán la atención sino el producto que se refleja en sus hijos, aquellos seres atrapados en una cascara de apariencias...

Que bueno que todo es verdad, me gusta esa manera "bolañiana" (si es que existe la palabra) de reflejar las situaciones...

Besos y abrazos

8:00 pm  
Blogger El Castor said...

Vicente, este amigo no es machista, simplemente es inmaduro. Como tú bien observas es más frecuente el tipo que reclama tiempo a la mujer fruto de su dominio machista. Más frecuente y mucho menos aceptable, estamos de acuerdo en eso.
Un abrazo.

12:25 pm  

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