Wednesday, October 25, 2006

Mamá perdió la guerra


"No hay jamás ocasión para afligirse, la realidad no es triste ni alegre, los hechos son sólo los hechos. Lo que importa es la manera como el hombre supera su situación". (SIMONE DE BEAUVOIR)


Mis dos abuelos enfilaron el camino del exilio durante la guerra, las abuelas descartaron seguirles. La abuela materna era una mujer delgada con unos hermosos ojos azules. Bondadosa y muy discreta, contagió a sus hijas su afición por el cine. La mayor añoraba al padre, recordaba con nostalgia sus largos paseos entre viñedos. Buscó como esposo a un hombre esbelto, con aspecto de galán, aficionado a un pequeño huerto como el padre y, a diferencia de éste, muy casero y ajeno a la política. Mamá se inspiró para su imagen en la discreta elegancia de las actrices del momento teniendo que recurrir a los actores para recomponer su ideal masculino pues apenas había conocido a su padre. Inocente, simpática, no era alta pero poseía un cuerpo admirablemente proporcionado y un hermoso rostro. Ni un sólo día de su vida ha salido de casa sin cumplir con el largo ritual del maquillaje ni de dar forma a su cabellera rubia.

La abuela paterna fue -sigue siendo en su aparente eternidad- una mujer dominante, muy ansiosa y escasamente generosa. Quizás ese egoísmo la haya ayudado a preservarse, a sobrevivir a buena parte de la familia, incluído el hijo que tanto quiso y tanto admiró, sin que nada justificara ni lo uno ni lo otro, y en contraste con el amor menos incondicional que dispensó a su hija. Tal vez porque el hijo fue físicamente una copia del esposo que adoraba y lo único que le dejó éste antes del forzado abandono. Papá creció también sin modelo masculino y, lo que es peor, sin otro progenitor que le permitiese eludir la férula materna con su desequilibrante doble vínculo de ansiedad y dominio protector.

Mamá buscó su propio modelo entre los actores. Encontraría demasiado serio al actor preferido de la abuela, descartado por insólito el modelo de la hermana mayor: un galán regresando del huerto con un cargamento de hortalizas... ¿en qué película se había visto algo semejante?. A los ojos de mamá el guión perfecto unía al hombre simpático con la mujer bella y bondadosa. Importaba menos en él la belleza física o la posición económica, rechazaba en ellas de forma tajante la frivolidad, la ambición y, en ambos casos, la maldad. La ficción se hizo realidad, la bella muchacha se precipitó en brazos del joven encantador de serpientes que contagiaba seguridad, ese sentimiento que inconsciente y constantemente le había reclamado la madre como antídoto a la propia ansiedad. Para él la ingenuidad y el conformismo de mamá suponían una liberación del yugo materno.

Sin exagerar, mamá estuvo en condiciones de elegir a cualquier hombre célibe de nuestra ciudad. Desgraciadamente la tremenda realidad fue que optó por el menos indicado. A medida que transcurrió el tiempo -y lo que es peor, que se encadenaban sus embarazos- se fue dando cuenta de que el enorme encanto de papá era una añagaza, una trampa. Su umbral de tolerancia a la angustia era tan bajo que cualquier problema, por simple que fuese, recibía una respuesta automática, no importa cual, a modo de cortocircuito, sin el previo proceso habitual de elaboración mental, de reflexión y toma de decisión. Este déficit le impedía adquirir experiencia y un hombre sin experiencia sigue siendo un niño, un niño egoísta en busca de su propio placer. El desastre fue de consideración y como cualquier otro disocial eludió esa situación sin salida, de permanente conflicto con los demás, buscando un refugio artificial, en su caso el alcohol, que lo deslizó algo prematuramente hacia la tumba.

Pienso que si mamá hubiese podido conservar a su lado a su padre hubiese elegido a otro hombre como esposo. En cambio no puedo saber si de haber conservado papá al suyo hubiese desarrollado otro tipo de personalidad. No está claro que las características particulares de la personalidad materna fueran suficientes para inducirle la psicopatía, en todo caso parece que no sin una predisposición genética de fondo. Pero eso yo no lo sé ni me consta que la ciencia haya podido encontrar una respuesta. Sí me parece claro e importante señalarlo: la ausencia del abuelo a causa de la guerra influyó en el fracaso posterior de mamá.

A ella no le apetece acordarse de ningún momento de su matrimonio, aunque los primeros años, pese a los inevitables vaivenes, fueran relativamente buenos. Los hijos mayores tuvimos una infancia no exenta de ciertos lujos materiales. Poco aficionada al cine por razones obvias al igual que yo, mi hermana buscó que su futuro marido tuviese el sentido del humor de papá y que fuese absolutamente contrario en todos los demás aspectos. Y así fue. Nunca he tratado este tema con ella, lo he tratado en soledad, conmigo mismo y siempre acabo por reírme, por reírme solo. Obsesionado con la limpieza y el orden mi cuñado mantenía la casa sin una mota de polvo, la ropa sin una sola mancha, el despacho ordenado con rigor, el auto, impecable, siempre como nuevo... En cambio recuerdo a papá en sus peores momentos: la abuela y yo esperando de noche delante del televisor. Oíamos un estruendo en la calle. Nos mirábamos, sin decirnos nada porque ya sabíamos, nos dirigíamos sigilosamente a la ventana que daba a la calle. Lo veíamos haciendo espacio para aparcar su coche golpeando al de delante y al de atrás, luego saliendo con el cenicero repleto de colillas para vaciarlo en el portal de la vecina que lo había criticado, buscando la llave de la casa en los bolsillos, buscando la cerradura con la llave en la mano... Finalmente aparecía tambaleándose, el rostro ampuloso y enrojecido, sin afeitar, los ojos brillantes, parte de la camisa por encima del pantalón manchado de ceniza... La abuela se enfurecía terriblemente, aunque le preocupaba sobre todo si lo había visto algún vecino... El se dejaba caer en el sofá y se reía a carcajadas.

Saturday, October 21, 2006

Se fue la Fallacci



"Lo importante no es lo que uno cree sino las razones y circunstancias que le hacen creerlo" (José RODRIGUEZ DELGADO)

No me resulta fácil opinar sobre la periodista italiana Oriana Fallacci. Destacaría su coraje, su valor por expresar libremente su pensamiento sobre el Islam, en vivo contraste con la actitud de muchos políticos y periodistas. Por otro lado me molesta su agresividad, su falta de rigor y su desmesura.

Negaba la Fallacci que exista un Islam moderado. "¿Para ser un musulmán moderado basta con no manejar explosivos, no derrumbar hoteles y rascacielos, no matar a ciento cincuenta niños o tres mil personas de una tacada? ¿Basta con no suicidarse con los coches bomba, no secuestrar a la gente indefensa, no decapitarla, no degollarla, y no montárselo con Bin Laden? ¿Es moderado o no un musulmán que no tiene vínculos con el terrorismo pero tiene dos o tres mujeres y las esclaviza, las humilla de todas las formas posibles, las repudia? ¿Es moderado o no un musulmán que no tiene vínculos con el terrorismo pero ignora que en Occidente pegar a la mujer y privarla de su libertad es un delito castigado por la ley (...)?"

Los políticos, especialmente los de izquierda, lo ven de otro modo. Las tres "emes", nos descubre el socialista español Blanco en su blog: Mayoría Musulmanes Moderados. Con razón la Fallacci carga también contra ellos a quienes denomina despectivamente "cigarras". "Queridas cigarras europeas no os regocijéis demasiado al leer mis vituperios contra las Italias que no son mi Italia. Vuestros países no son en absoluto mejores que el mío. Nueve de cada diez son copias desoladoras del mío. Idénticas las culpas, las cobardías, las hipocresías. Idénticas las cegueras, las mezquindades, las miserias. Idénticos los líderes de izquierda y de derecha, idéntica la arrogancia de sus secuaces. Idéntica la presunción, la demagogia, la tontería".

Aunque ella lo negara parece evidente que la grave enfermedad a la que se enfrentó durante los últimos años influyó en esos excesos de su pensamiento. Resulta revelador que esta mujer que gustaba recordar su condición de atea terminara por definirse como atea-cristiana y concediera su última entrevista a un cura polaco. La proximidad de la muerte la había derrumbado.

A mi modo de ver sí se puede distinguir entre un Islam radical y violento y otro más o menos moderado. Pero no deja de ser una misma religión cuyo origen se sitúa en una época en la que el pueblo árabe era guerrero, muy belicoso. Posiblemente deberían ser capaces y tener voluntad de interpretar sus textos sagrados a la luz de los nuevos tiempos. Moderado o no es incompatible con las sociedades occidentales que han avanzado en la aplicación de los derechos humanos por lo tanto estoy de acuerdo con el dedo acusador de la Fallacci denunciando la dejadez e irresponsabilidad de nuestros políticos ante el flujo inmigratorio procedente de países musulmanes.

Me quedo con el recuerdo de su coraje. La tragedia personal de sus últimos años no autoriza sus excesos pero probablemente los explica. Invita pues a la comprensión. Y ciertamente soy menos comprensivo con esos políticos y periodistas que utilizan la fórmula de lo políticamente correcto para ocultar una cierta cobardía. Se pudo ver claramente este verano, durante el enésimo estallido del conflicto árabe-israelí. Pero eso es harina de otro costal.

Friday, October 13, 2006

Checas


La señora Hoferová era una abuelita encantadora, una bondadosa campesina que cuidaba de un pequeño huerto en el jardín de su casa. Asustadiza, de mirada huidiza, también su delgadez le daba un aspecto de fragilidad en lo físico. En realidad era una mujer ágil, a pesar de su edad avanzada osaba correr todos los días junto a nuestra perrita por los campos que rodeaban la casa. Tampoco su personalidad era tan vulnerable como aparentaba, más que la incertidumbre por los cambios políticos la asustaba la delincuencia de esa época de transición que se vivía. Yo estaba instalado en la parte posterior de la casa y cuando regresaba del trabajo al anochecer solíamos mantener breves conversaciones. Pronto me di cuenta que para verla reír bastaba con interesarse por los proyectos de negocio de su hijo. Entonces empezaba a desglosar con ironía los planes que el hijo le había confesado por teléfono, me los contaba y se reía abiertamente, le correspondía con mi sonrisa y ella entonces prolongaba sus carcajadas. "Antes sí había verdaderos empresarios" afirmaba refiriéndose a la época de entreguerras. "Los de ahora me hacen reír" sentenciaba.

Yo lo había percibido pero no le encontraba una respuesta. Las mujeres parecían más responsables, más dispuestas a emprender algún negocio, se las veía con más iniciativa y con más coraje aun a sabiendas de que también les correspondía el trabajo doméstico. Ellos parecían como desubicados, desconcertados. Los veía salir tambaleándose de las cervecerías, en las citas de negocios repartían de inmediato sus tarjetas de visita, felices como niños que ofrecen la estampita el día de su comunión. Era un ritual al que parecían conceder la mayor importancia. Sorprendentemente durante el comunismo los trabajos relacionados con la contabilidad los habían desempeñado casi exclusivamente las mujeres.

En un reciente artículo aparecido en El País la traductora y novelista checa Monika Zgustová, residente en España desde hace bastantes años, desvelaba las razones de esta situación extraña - vista a ojos de un occidental- que yo no había conseguido explicarme. Sostiene la Zgustová que "durante el totalitarismo las mujeres se acostumbraron a desempeñar en la sociedad y en la familia un papel activo. El hecho de que el sistema no premiara las iniciativas individuales y cortara de raíz cualquier proyecto de desarrollo personal afectó más a los hombres, educados para cargar en exclusiva con el progreso propio y el de sus familias. El hombre, formado en el concepto de pater familiae propio del mundo burgués del imperio austrohúngaro como punto de referencia, sufrió más que la mujer la desorientación. Fueron muchos los hombres que se derrumbaron, mientras que las mujeres, acostumbradas desde siempre a decidir y batallar, han tomado en sus manos tanto la iniciativa profesional como las riendas de la casa".

"Sin haberlo buscado, el totalitarismo mutiló al hombre, formando a una mujer activa, emprendedora y dinámica que participa hoy plenamente del resurgir económico de su país" concluye.

Ya véis, mujeres con iniciativa y auténticas bellezas, como Tat'ana Kucharová (foto). Pensar que yo preferí rodearme allí de muchachos sin mucha cabeza... Triste ¿no?.

Monday, October 09, 2006

Pequeño homenaje a Pizarnik



"Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay".
(Alejandra PIZARNIK)


Su marido era alemán. Parecía serio, aburrido y disciplinado pero ostentaba un cargo de una cierta importancia. Ella era española. Muy alegre, habladora y a veces un poco alocada, como en permanente huída hacia adelante. No tenían hijos, vivían en un país extraño, ella se aburría solemnemente. Al atardecer, siempre que podía, se evadía del tedio marital acudiendo a los bares que solíamos frecuentar los miembros de la comunidad de habla hispana. En cada encuentro con nosotros mostraba los mismos gestos jasídicos de alegría.

Se contaba de ella una divertida anécdota. En el transcurso de un viaje que realizó a Colombia tomaría ciertas sustancias que le provocarían un delirio transitorio y acudió a una comisaría de policía para denunciar que la estaban persiguiendo.
-¿Quién la persigue, señora? -preguntó el policía.
-Sendero Luminoso!!
-Pero señora si Sendero Luminoso está en Perú...

Por eso me sorprendió que en cierta ocasión esta mujer nos invitara a una exposición de fotografías que había realizado de una representación teatral de un grupo colombiano en la que además se iba a glosar la figura de la poeta y dramaturga argentina Alejandra Pizarnik. Con la misma aprensión que había acudido meses antes a la exposición de pintura de A. me dirigí a la cita en el café-librería de la praguense calle Mánesova. Las fotografías estarían a la venta y sería gentil por mi parte adquirir alguna pero... no me interesaba el teatro, prefería pinturas antiguas que tanto abundaban en los anticuarios de la ciudad aunque tuviesen escaso valor a fotografías contemporáneas.

Una treintena de invitados conversábamos en la pequeña cafetería del sótano con los muros tapizados de extrañas imágenes fotográficas cuando de repente se abrió paso Abel Posse, a la sazón embajador de Argentina. Probablemente su presencia no fue anunciada de antemano por la duda de si encontraría un hueco en su agenda o no, pero finalmente vino y durante un buen rato nos habló de la vida y la obra de Alejandra Pizarnik, a quien probablemente nadie de los presentes conocía salvo la organizadora. Fue un discurso brillantísimo, lo recuerdo como una lección magistral de un hombre que mostró una capacidad oratoria fuera de lo común. De regreso a casa pensé que el embajador había tenido un gesto muy grande hacia todos nosotros, de distintas nacionalidades, porque podía haberse limitado, ante un auditorio tan limitado y en un acto que iba a tener escasa trascendencia mediática, a una breve exposición que con poco esfuerzo ya hubiese complacido a todos. Y un gesto muy grande también al rescatar del olvido la figura de esta mujer frágil y sensible que fue Alejandra Pizarnik.

Tiempo después en la misma librería adquirí una obra de Pizarnik, aunque soy poco aficionado a la poesía los versos son breves y el lenguaje claro, resulta fácil de leer. Me digo que debería conseguir también alguna obra de Abel Posse, más teniendo en cuenta que cuando me decidí a comprar la fotografía de mi amiga que parecía gustarme un poco ésta ya había desaparecido del muro de la cafetería. En todo caso conservo esa obrita de la Pizarnik y me parece lo más adecuado: la velada se organizó para que conociéramos a esa señora, para que forme parte un poquito de nuestra memoria.

Sunday, October 01, 2006

Un día muy oscuro



Hoy me niego a mirar hacia atrás, sólo me aparecen muertos y necesito tomarme un respiro. Decido curiosear por mis blogs favoritos. Urgente ver si Ela ha recuperado a su amor o ha encontrado a otro de repuesto, ya le dije que una pasión se cura sólo con otra pasión, pero nada, sigue ahí el último post como una rata dispuesta a inocular la peste de la depresión al primero que aparezca.

Huyo hacia el blog del rosariano cogedor, me encanta porque es el único argentino cuyas frases no preciso releer una y otra vez para entender (bueno a Persio tampoco tengo que releerlo tanto, sospecho que se españoliza). Imagino que después de tanta cogida estará contento como unas pascuas pero no: el último post lo ha titulado tristeza y ha reemplazado su imagen por un ojo lacrimógeno... Es como hacer cola en el cine y cuando te toca el turno te digan que no quedan entradas. Dios mío, quizá Gabu me pueda explicar cómo a una noche de cogidas le puede suceder una depresión, es que yo estaría saltando de alegría ¿sabés?. Digo Gabu porque es locuaz y me parece tan feliz, tan bien instalada en el amor... La leo y me genera de inmediato una gran confianza. Casi que me atrevo a pedirle que me envíe dos coyotes para mi jardín, esos lobos hermosísimos, de pelaje cobrizo y piernas frágiles, que habitan en el norte junto a Brasil. Llevo tiempo soñando con piernas frágiles argentinas y es que el rosariano que juega en España se ha lesionado otra vez...

La melancolía de los blogs invita a lanzarse desde el puente más próximo pero no soy de los que se van sin antes saldar las cuentas pendientes. No me apeo de este mundo sin antes ver como sacan al panadero de este pueblo del armario. Como lo sacan para meterlo en el horno del pan. Como sale la humareda gris por la chimenea. Que una vieja me pregunte qué es ese humo y yo le responda con placer: "es el panadero".

Dios mío, qué boludo soy, miro hacia adelante y me aparecen también más muertos... Disfruten al menos con las chicas de la foto.