(III) - CHAIM NO SERÁ HANS (ficción)
"El mundo existe únicamente gracias al aliento de un niño". (TALMUD)
Balneario de Letiny (BLOVICE), 1942
Al filo de las ocho de la mañana el señor Resl entró en el despacho del doctor Bures. Esperó en vano unos veinte minutos. Luego indicó en recepción que cuando llegara lo dirigieran de inmediato a su despacho.
A media mañana el doctor abrió la puerta pintada de blanco con el rótulo plateado de generální reditelství. El rostro del propietario le pareció más ajado y más lívido que nunca. Al día siguiente era la cita de Bures en el barrio judío de Praga para recoger al nieto menor de los Liebermann.
- ¿Está todo bien previsto, doctor? - preguntó nerviosamente, sin saludarle.
- Sí. Mañana al mediodía en la calle Maiselova. Liebermann me confirmó por telegrama.
- Encontrará controles en las carreteras -advirtió Resl.
- Tranquilícese, llevo días preparándolo todo. Tengo mis documentos. Un médico que lleva a un niño enfermo al balneario que dirije no tiene nada de especial. Ahora nos conviene a todos dominar nuestros nervios -añadió el doctor aparentando tranquilidad.
- El niño viajará dormido en el asiento trasero. Si se empeñan en despertarlo habla alemán y en su documentación figurará Hans en lugar de Chaim.
El señor Resl se mostró más tranquilo.
- Les esperaremos en casa. Elke ha preparado la habitación. Sabemos que será muy duro para todos. No podrá salir de la casa pero nos turnaremos, lo educaremos. Luego Dios dirá.
- Ah, mi esposa me recuerda si debe usted llevar alguna medicación para el asma del niño. Hay que prever todos los detalles -apuntó Resl.
El doctor lo miró extrañado.
- ¿Qué asma? Es una leve alergia lo que padece, como tantos otros niños.
El rostro blanquecino de Resl adquirió súbitamente un color rosado.
- Vaya, me temo que metí la pata... -sonrió tímidamente-. Elke quedó muy extrañada
cuando le hablé del asma que sufre la mayoría de niños de este país...
Ambos se rieron. Era también una forma de combatir el nerviosismo.
De camino a Praga, instalado en su Tatra 97, el doctor tuvo tiempo para una larga reflexión. Resl, ese hombre instruído, sensato, entregado en cuerpo y alma al negocio que heredó de sus antepasados ¿podía realmente ser tan ingenuo?. ¿Pensaba de verdad que alguien podía entrar en el ghetto y llevarse tranquilamente a un niño judío?. ¿No se daba cuenta del sentido de las deportaciones a Terezín?. También era cierto -pensó- que si ignoraba lo que ocurría en su propia casa cuando permanecía en el trabajo ¿cómo iba a saber lo que sucedía más allá de los baños?. Respecto a Elke Resl sólo albergaba dudas, pero en el mejor de los casos, si no era bien consciente de lo que suponía ocultar a un niño judío, iba a ahorrarle serios problemas, se dijo a sí mismo.
Pasó algunos controles de carretera pero los soldados no percibieron irregularidad en sus papeles. En Praga se dirigió al muelle de Na Frantisku, aparcó junto a una puerta trasera del viejo hospital. Anunció su llegada en la recepción y regresó al Tatra 97. A los pocos minutos apareció su colega la doctora Vagnerová con el niño envuelto en una manta. Lo colocaron con cuidado en la parte trasera del auto.
- Despertará en un par de horas -susurró de un aliento la doctora antes de desaparecer por la misma puerta.
El doctor Bures enfiló por el muelle en dirección contraria a la del ghetto, hacia el norte de la ciudad. Llegó a una zona de grandes casas con jardín, más allá empezaba el campo. Se detuvo ante una casa de la calle Svetská. Una mujer joven de pelo trigueño abrió la puerta metálica del jardín. Entraron el auto, luego al niño dormido en la casa. El doctor besó a la mujer. Se llamaba Rebecca y Chaim seguiría llamándose Chaim.
El doctor decidió pasar los primeros meses en la casa junto a Rebecca y Chaim. No resultó fácil. Chaim tenía sólo seis años, lloraba, pataleaba con frecuencia. Deseaba regresar con sus padres, preguntaba por sus abuelos. Aprendieron a inventarse muchos recursos para mantenerlo entretenido, se estimularon mutuamente las virtudes de la paciencia y la perseverancia. Se ejercitaron, enfin, en las mentiras piadosas que facilitaba la propia incertidumbre por el futuro.
Supieron a ciencia cierta que los familiares de Chaim fueron deportados a Terezín aquel verano de 1942.
Les llegaron también noticias de Letiny adonde obviamente el doctor Bures no había regresado. Elke Resl era la nueva propietaria del Balneario. Los sábados al atardecer se organizaban veladas en el jardín para la oficialidad de la gran base de Pilsen. Corrían la cerveza y el champán. Antes, eso sí, los empleados habían limpiado los restos de sangre del cuerpo del señor Resl que permanecieron unos días junto al cenador en el que Chaim solía leer la Torah sentado junto a su abuelo. El amante de la señora Resl, oficial de la Gestapo, disparó por la espalda al hombre, exactamente un día después de la hora esperada de llegada del doctor Bures con el niño judío.
6 Comments:
Esos años estuvieron plagados de historias trágicas. Para algunos, para los judíos, todos los lugares eran malos y vivir se convirtió en una excepción.
Me vino a la mente Roman Polanski, un niño judío polaco que sobrevivió, a fuerza de milagro y algunas buenas personas, a la maquinaria criminal que asolaba Europa.
Un saludo, Caballero y le felicito por sus nuevas historias.
Te pongo un 10.
Che Castor, vos sos judío?
Tu comentario anterior me confundió, por eso te lo pregunto.
Sí, debería ayudarnos a valorar la suerte de vivir en democracia.
Juampa, no, no lo soy, ni he conocido a judíos.
Creo que la sangre de los españoles está mezclada. Hay apellidos en mi familia que coinciden con los de judíos del siglo XV, como Ventura, pero parece aventurado deducir más.
Bueno, hay más cosas que la democracia...No olvidemos que el propio Adolf Hitler ganó en las urnas....
Saludos, Caballero.
Decía el genial Borges que la democracia era el abuso de la estadística.
Muy simbólico lo del tiro por la espalda....
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