Tuesday, May 15, 2007

Viaje a Túnez (I) - El maître de Monastir


Desde la capital, camino de Monastir, contemplo con sorpresa un paisaje que me resulta familiar: suaves ondulaciones cubiertas de olivos, el vértice de la autopista coloreado por adelfas en flor. Sólo algún minarete o las hileras de chumberas que separan las propiedades me recuerdan que estoy al otro lado del Mediterráneo. Demasiado recientes en mi retina las imágenes de Egipto como para esperarme algo tan distinto en un país relativamente próximo: aquí no hay desierto, salvo en el tercio sur, ni calles polvorientas, ni hormigueo de humanidad enturbantada. Es un país más occidentalizado, apunta alguien. Un país árabe con sus propios matices, más manejable porque no está superpoblado. Me digo que siete décadas de denominación francesa habrán influido lo suyo pero tampoco me parece una explicación muy completa. Los vecinos argelinos también tuvieron esa influencia y se han pasado los últimos años cortándose la cabeza entre sí.

En la playa de Monastir amplios complejos hoteleros se alinean frente a la playa. Grandes salones y jardines de buganvillas entorno a una espléndida piscina que seduce más que la estrecha playa de aguas repletas de algas. En el buffet los turistas rusos llenan sus platos con rodajas de sandía.

Opípara cena con un delicioso brick de atún y huevo seguido de cuscús de pescado y dulces árabes en la mesa ornamentada con pétalos de rosa. Dos hombres amenizan cantando melodías algo tristes del repertorio magrebí. Uno posee una agradable voz. Luego la inevitable danza del vientre a cargo de una joven de piel pálida, algo tensa por la propia desnudez.

Mis compañeros de viaje tragan y parlotean sin tregua. Con placer o envidia -según el sexo- fijan la mirada en las sugerentes caderas de la danzarina. Como en exceso, como todos, escucho al joven de voz privilegiada y observo admirado al maître que nos sirve, un hombre mayor impecablemente trajeado, muy diligente y de movimientos elegantes. Un muchacho lo ayuda. Maestro y aprendiz. Alguna vez le da órdenes, breves y concluyentes. El muchacho se apresura en silencio. El hombre es amable con discreción, se mueve con celeridad pero sin prisas, ama un trabajo que al parecer aprendió en Francia. Dormía y soñaba que la vida era una alegría; desperté y vi que tenía que servir; serví y descubrí que servir era la alegría, decía Tagore. Demasiada distinción para semejantes comensales. Teníamos que haberle servido nosotros a él.

Me tendí en la cama para ser devorado por los mosquitos de Africa pensando en ese hombre elegante que la dirección del hotel desea convencer para retrasar su jubilación inminente. Me digo que con los ahorros de Francia poseerá una casita, recibirá pronto una pensión occidental para vivir un retiro dorado entre los suyos. Me gustaría ser rico y ser su amigo, sería mi traductor y mi alcahueta. Depositaría en mi cama de una casa blanca frente a un mar turquesa pétalos de rosa que yo pegaría a la sábana con el semen vertido por el último amante.

15 Comments:

Blogger Carlos Paredes Leví said...

Un texto delicioso. No hay nada como un maître afrancesado para comprender la elegancia en el porte y los movimientos.
Por otro lado, conformo lo iba leyendo, me entraron crecientes ganas de comida libanesa: mutabbal, safijá, falafel, y kebab de atún, té y pasteles hojaldrados de mil y pistachos.
un saludo, caballero.

12:55 pm  
Blogger X'stian said...

Con que animosa envidia leo los relatos de sus viajes, amigo Castor.
Un saludo.

PD Déjeme decirle que estaba comiendo mientras leía. Una desafortunada decisión.Créame.

1:57 pm  
Blogger El Castor said...

Carlos, en Madrid tendrás buenos restaurantes libaneses o sea que tú no tienes problema. La árabe es una cocina deliciosa. En Túnez el té a la menta lo sirven con piñones, en apenas tres días comí más piñones que en el resto del año...
Saludos, caballero.

4:39 pm  
Blogger El Castor said...

Xris, sigo teniendo suerte con los viajes, además yo los disfruto mucho, me basta una comida, un paseo, oír un idioma extraño. Es un placer para los sentidos.
Respecto a su PD le creo. En asunto de fluídos corporales cada uno tiene sus fobias. Si es que he entendido bien a qué se refiere.
Saludos, rosarino.

4:58 pm  
Blogger El Castor said...

Donde escribí "denominación francesa" quise escribir "dominación francesa". Dominación, de dominio.
No hay post en el que no aparezca algún error, a pesar de repasarlo antes de publicar. Me enfurezco conmigo mismo cada vez que encuentro un error. Son las neuronas que ya no se renuevan debidamente, qué pena envejecer...

6:53 pm  
Blogger Alfredo said...

Vaya, veo que también tu te mueves por el mundo... Túnez es uno de los países que tengo ganas de visitar.

10:40 pm  
Blogger Carlos Paredes Leví said...

Castor:
Sobre los errores, todo el mundo comprende lo que quiso escribir realmente y mantenemos la educación de no resaltárselos, por obvios y porque usted caerá en la cuenta con una segunda lectura.
Mañana,si Dios quiere y la policía, cenaré con mis amigos porteños en un restaurante libanés al que acudo con cierta frecuencia.
Un saludo, caballero.

11:28 pm  
Blogger El Castor said...

Alfredo, pues es un destino que recomiendo siempre y cuando sea un circuito y no una simple estancia en la playa. Claro que cada uno tiene sus gustos pero a ti tampoco te imagino una semana sin apenas salir de hotel...
Saludos.

6:39 pm  
Blogger El Castor said...

Don Carlos, así es, yo ya reconocí que algunas ventajas tiene la gran ciudad, algunas. Yo, si no quiero pasarme hora y media en coche, debo conformarme con algún restaurante chino... Le envidio la cena libanesa, caballero.
Saludos.

6:41 pm  
Blogger Javier Luján said...

Donde vivo, Parque Natural Cabo de Gata, el paisaje es muy semejante al de Túnez y hasta podemos disfrutar de excelentes cous-cous, falafel y de un maravilloso té verde, también con piñones. Lo que más me gusta es la tranquilidad que proporciona el sol y el mar, el blanco de las casas, esos colores, a veces mágicos, de las buganvillas trepando por las fachadas de los cortijos. En realidad esta parte de
España es especial.
Un saludo y excelente post, como es habitual en usted.

2:58 pm  
Blogger Juan Pablo said...

Exuberante. Con este relato has conseguido despertar mis seis sentidos: todos más la envidia. :)
Me gustaría conocer, pensar y escribir como vos.
Saludos, viajero Castor.

7:34 pm  
Blogger Luis Guillermo Franquiz said...

De nuevo disfruto de tus paseos por el mundo y de tus descripciones poéticas. ¡Qué placer!

5:31 pm  
Blogger El Castor said...

Capitán, no conozco esta zona en concreto aunque he recorrido buena parte de la península. Todavía quedan en nuestro país lugares tranquilos donde vivir en contacto con la naturaleza y eso es muy positivo.
Saludos.

9:07 pm  
Blogger El Castor said...

Viajar para mí ha sido una necesidad física. Sobre lo demás no creo que haya gran cosa que envidiar y lo digo sin falsa modestia. Por otro lado muchos viajes han sido por motivos de trabajo, de lo contrario no hubiera podido tanto.
Saludos, Juampa.

9:13 pm  
Blogger El Castor said...

Te echaba de menos por aquí, Luisgui. Para mí mayo y junio son los meses de más trabajo y no puedo leer ni comentar todo lo que quisiera pero intentaré ponerme al día.
Saludos.

9:16 pm  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home