Saturday, September 01, 2007

La visita del rey Midas


Llama para decirme que vendrá dos o tres días, me pregunta si me encuentro más cerca de Madrid o de Barcelona. Vuelve a llamar barajando los nombres de dos hoteles de lujo, le recomiendo el más céntrico. Mantenemos relaciones comerciales y de amistad desde hace tiempo, desde mis años dorados en Praga.
-¿Vienes con tu mujer?.
-No, vengo con una amiga. Ya te contaré.
Lo siento por D., su mujer. Siempre fue agradable conmigo y parecía formar con él una pareja ideal. Además era de una belleza perfecta, la media melena dorada recogida por atrás con gracia, los ojos celestes. Una belleza eslava pero con la discreción y naturalidad de las checas.

Aguardo impaciente en la penumbra del vestíbulo del antiguo palacete modernista del Paseo de Gracia reconvertido en hotel gran lujo. Aparece él visiblemente más delgado, conserva el pelo, jeans y camiseta de diesel, muy juvenil. Apenas unas arrugas junto a los ojos delatan que está ya en la cuarentena. Ella es una copia de su mujer pero una copia de diecinueve años. Les sugiero descubrir la ciudad en el bus turístico y luego un paseo en golondrina por el mar. Llueve, se precipitan a las tiendas lujosas que apenas les inspiran para el centro comercial que él va a construir en su país para que ella se entretenga. Un negocio más, me digo, para esta especie de rey Midas que todo lo que toca lo convierte en oro. Ciertamente, y como no podría ser de otro modo en alguien de un país de la antigua órbita soviética, es un nuevo rico y como tal bajo sospecha. Pero a diferencia de la mayoría de esos países en la antigua Checoslovaquia no existen mafias.

Les comento sin entusiasmo sobre Barcelona. Nací muy cerca, la descubrí muy pronto cuando mamá me llevaba en el tren y nos daba la bienvenida a la gran ciudad, encima de los andenes, un paseo con columnas también subterráneo flanqueado por pequeños comercios y un cine. Les muestro pues lo que en cierta medida puede considerarse como mi ciudad. Demasiado cemento, apenas árboles. Demasiados coches y polución, exceso de humanidad de todos los orígenes. La monótona cuadrícula del Ensanche, todas las calles y las casas se parecen. El bus recorre también la llamada zona alta, los barrios elegantes de la zona más alejada del mar. A mi amigo no le parecen gran cosa. Recuerdo la tendencia de los barceloneses que viven ahí a precisar a los demás sobre la zona de la ciudad en la que viven, sin que se les haya preguntado. A mí tampoco me sugieren nada especial, casas y apartamentos exageradamente caros, nada más.

En realidad mi ciudad es su ciudad. Hablo de Praga con nostagia: los perfiles de los edificios de la Ciudad Vieja, el puente de piedra sobre el Vltava, las cúpulas nevadas de iglesias vacías, la música de Mahler, la de los violines de los cíngaros en la casita de madera bajo el puente de la muerte... Recordamos nuestra ciudad en la mesa de restaurantes que me ha costado encontrar. Le parezco en Barcelona tan extranjero como él mismo, por eso me pregunta si deseo volver a Praga. Le respondo vacilante con una simple negativa, si mi nivel de checo no se hubiese oxidado durante estos últimos años de exilio le diría lo que ya escribí en este blog: que podemos volver a los lugares en los que hemos sido felices pero no a sus momentos. Entonces me propone un negocio importante en el lugar de España que yo elija.

Durante los años dorados de Praga hice amistad con el barón belga M.v.P. Hablé de él en mis primeros posts de este blog. Yo estaba seguro de que el barón tendría éxito en sus negocios, algunos los compartiríamos, y de que seríamos siempre amigos. Además nunca deseé nada tanto. En cambio fui escéptico ante los proyectos de este amigo -por entonces sólo un conocido con el que me unían simples tratos comerciales- hasta que los fui viendo realidad con mis propios ojos. Años después no es el misterioso barón el que viene a rescatarme del sopor provinciano, de mi condición de extranjero en casa. No hay proyectos en cena a la luz de las velas servida por muchachos con poca cabeza seleccionados por teléfono al patrón el día anterior. No es el barón el que aparece, ni va a aparecer por mucho que me empeñe: se precipitó a su tumba una lejana noche de invierno. Es este rey Midas con esa muchacha que reconoce alegremente que en su casa la llaman barbie. No sé si es el destino que se burla de mí, quizá no. Salvo, claro, que un día de estos me llame ella para comunicarme que se encontró el cuerpo sin vida de nuestro amigo, en una ciénaga junto a su castillo.

15 Comments:

Blogger Juan Pablo said...

Que genial relato amigo!!
Hechaba mucho de menos este espacio.
Las relaciones humanas son infinitamente atrapantes, así como tus Comentarios al Azar.
Un abrazo.

3:57 pm  
Blogger El Castor said...

Todo lo que cuento es realidad y celebro que te haya gustado.
Un abrazo.

8:45 pm  
Anonymous Anonymous said...

Castor,
cómo me alegro de tu vuelta, me encanta leerte (pero eso ya lo sabes jajaja).

Qué triste es re-encontrarse con alguien y no poder reconocer a quien alguna vez fue alguien importante en nuestra vida. En vez de eso encontrarnos frente a alguien con sus mismos rasgos pero diferente mirada.

Nota: lo que tu "amigo" tiene es la crisis de los cuarenta de un nuevo rico, quizá se le pase con el tiempo o quizá el año que viene se compre el ferrari jajaja.

Besos.

7:58 am  
Blogger Carlos Paredes Leví said...

Las promesas del destino se cumplirán cuando menos lo esperes...
Magnífica narración, caballero.
Un saludo.

4:47 pm  
Blogger El Castor said...

Mavi, pero se trata de dos personas distintas. Yo pensé -y deseé- en su momento hacer proyectos con uno y ahora resulta que esos proyectos me los plantea el otro.
Saludos.

9:05 pm  
Blogger El Castor said...

jeje don Carlos, cuando menos lo espere no sería el mejor momento porque eso significa que iba a pillarme en bragas... Con el tiempo que necesito yo para ir mentalizándome para cualquier cosa y usted pretende que se presente con el maletín de los millones el día menos pensado...
Saludos, caballero.

9:18 pm  
Blogger El argonauta enmascarado said...

Siempre he pensado que cada etapa de la vida tiene su encanto y, en consecuencia, su manantial de optimismo.
Tus relatos, como siempre, impresionantes.
Saludos Castor.

11:58 pm  
Blogger Alfredo said...

La vida es así: inesperadamente se frustran proyectos que dábamos como seguros y aparecen, sin embargo, otros que no imaginábamos posibles. Suerte con tu Midas!

2:55 pm  
Blogger El Castor said...

Amigo Argonauta no sé si por ejemplo la vejez es una etapa tan encantadora, ese manantial de optimismo del que usted habla.
Saludos.

3:43 pm  
Blogger El Castor said...

Alfred, te agradezco que me desees suerte. Yo cada cinco años necesito cambios importantes y ya se han cumplido los cinco o sea que estoy en ello.
Saludos.

3:55 pm  
Blogger Luis Guillermo Franquiz said...

Querido Castor: celebro tu vuelta después de estas vacaciones. Y admiro que hayas regresado con una entrada tan interesante.

¿Sabes? No pude evitar pensar en lo mucho que se parece a una anotación de diario: quizás por ello me llamó tanto la atención. Lo que describes es ameno, cierto, sugestivo. Creo que resultaría muy especial reunir todas tus aventuras de viaje y los encuentros con esos seres particulares que tanto nos entretienen. ¡Maravilloso!

Un abrazo.

3:20 pm  
Blogger El Castor said...

Querido Luisgui, ocurre que la vaca no da para tanto. Apenas quedan viajes y personajes por sacar del tintero. Llegará el día que sólo me quedarán por contar historias de pingas...
Saludos, venezolano.

8:37 pm  
Blogger El argonauta enmascarado said...

Los reencuentros siempre estan llenos de imagenes y recuerdos. Pero muchas veces nos olvidamos que el tiempo y la propia existencia cambian los conceptos que sustentan nuestra memoria (pienso).

Admiro la intensidad y sutileza de tu narrativa descriptiva.

Un abrazo.

7:55 pm  
Blogger Carlos Paredes Leví said...

Está usted entretenido contando el dinero que le dió el Rey Midas por eso no actualiza ???.
Un saludo, caballero y póngase al día cuando le descansen los dedos.

3:52 pm  
Blogger El Castor said...

¿Qué dice, caballero? Yo no cuento dinero... Mucho trabajo es lo que hay. Lo de Midas va para largo, me temo.
Saludos.

4:42 pm  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home