Gente corriente
"La inmortalidad, no importa si la imaginamos celestial o terrenal, es incapaz de consolarnos de la muerte, cuando se ama tanto la vida". (SIMONE DE BEAUVOIR)
Había reaccionado con aparente frialdad a la muerte de su mujer a quien yo apenas conocía. "Lo siento mucho" le dije al Sr. F. "Yo más lo siento por ella" me respondió a su manera, acelerada y nerviosa, parecida a un cortocircuito. A los pocos días apareció junto a otra mujer, viuda, que formaba parte del grupo de amistades, todos jubilados. F. era un hombrecito delgado y muy activo, le apasionaba viajar, realizar largas caminatas. No fumaba ni bebía. Casi dos años de amistad con su nueva compañera a la que colmaba de atenciones. El último mes sufrió cólicos a diario. Sentía al parecer cierta aprensión hacia los médicos, además siempre había gozado de buena salud. Visitó a la madre de ella en el hospital, comentó al doctor esa urgente necesidad de acudir al lavabo que sufría últimamente y se lo quedaron para algunas pruebas. Permaneció ocho días, intranquilo por salir, los cólicos habían remitido un poco. El viernes doce por la tarde conversaba animadamente con sus visitantes. El domingo asistí a su funeral, breve porque el cura tenía prisa. "Estamos todos pendientes de un hilo" me comentó un amigo suyo, asustado.
A JNC lo han enterrado hoy. La última vez que lo vi yo era un niño. Recuerdo que nuestra chacha se mofaba de él porque era bastante amanerado. Creo que sí, que se dirigía a mi tía -que era a su vez su tía- con bastantes alharacas. Vivió su vida en la gran ciudad, en aparente discreción. Intento averiguar algo pero mi tío ya está muy viejo: "Fíjate tenía las mismas iniciales que yo, JNC" me dice. "Los jóvenes se van, los decrépitos permanecemos", sentencia, más lúcido. Relativamente joven, JNC tenía 59. No tenía edad para morir. Recurro a mamá con la que me atrevo a preguntar más. "¿De qué trabajaba?". No lo sabe y me responde con lo primero que se le ocurre. Yo soy más curioso que ella. Al parecer JNC ocultó a su madre la enfermedad hasta el último momento. Se ha marchado intentando causar el menor dolor posible.
Esta tarde discutí un poco con Jota porque pretendía que su suegra -que no es su suegra sino la madre del otro Jota con el que convive sin tocarse- hace mejor los dulces típicos de Todos los Santos que mi tía Leo. Me irrita su falta de objetividad hacia las personas por las que siente afecto. Mi tía los elabora variados, de chocolate, café, piñones... Se gasta un dineral en la materia prima, los presenta en papel de celofán plateado, los regala a la familia y también a su médico, cuidadosamente envueltos, con una tarjeta firmada y con unas palabras de agradecimiento. ¿Cómo van a ser mejores los de una vieja provinciana que los hace apenas con las almendras que recogen sus parientes de sus propios árboles?. Claro que habíamos bebido un poco. El bastante más. Pero qué gracia, qué discusión tan banal, cuando todas nuestras vidas penden de un hilo.
18 Comments:
Intento no pensar mucho en lo delicado de nuestra existencia, yo soy una de esas a las que no les consuela la inmortalidad.
Besos
This comment has been removed by a blog administrator.
Qui�n sabe que vicisitudes nos depara la vida...
Una narraci�n excelente, caballero.
Saludos
Algunos más que de un hilo colgamos de una soga, jajaja.
Encantado de leerte, Castor.
Un saludo.
El enfrentarse a la muerte es enfrentarse tambien a la vida.
La muerte nos enfrenta al dejar de existir, pero tambien nos define. Existimos para morir.
Excelente. Un saludo.
Mavi, sí, estoy de acuerdo y me temo que los que creen en la inmortalidad no están nada seguros.
Un beso.
Pues sí, caballero, igual el día menos pensado se cierra el blog por defunción (del bloggero)........
Capitán, hace tiempo que no renueva su blog. Bueno, usted alentando el optimismo como siempre.... jeje
Saludos.
Xris, jeje si citaras textualmente a Sartre no tendría que leerlo tantas veces para entenderlo... Es broma.
Brillante, rosarino.
Le informo, por si le interesa, que acaba de editarse en Espa�a una biograf�a del gran Serge Gainsbourg....
Un saludo, caballero.
Genial reflexión.
Espero que cuando muera, alguien tenga algo agradable para postear sobre mí.
Venga, espero no morir nunca... O sí...
Caballero, creo que si uno no es francés poco sabe sobre Gainsbourg. Yo no sé mucho: esa canción tremenda de extraño título con Birkin fingiendo un orgasmo y poco más. Parece que era todo un personaje. Fíjese en el mérito de sus padres judíos, viviendo el duro exilio en un país desconocido se dedicaban a enseñarle piano al niño. ¿No es extraordinario?.
El Acantilado acaba de editar "Amor y basura", del escritor checo Ivan Kl�ma. �Lo conoce?
Un saludo, caballero
La verdad es que no lo he leído, tengo algunas referencias positivas en el sentido de que podría gustarme. Agradezco su sabia recomendación, caballero.
muchas gracias por pasar por mi blog!!!
un abrazo
Yo lo que quiero es probar los buñuelos de Tía Leo!!!
Oooh, acaba de rebajar a los delicados panellets a la simple condición de buñuelos.........
A la hora de valorar la inmortalidad o la propia existencia, sigo pensando que: "Todo es sentimiento, el resto es humo".
Un abrazo, castor.
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home