Monday, February 05, 2007

La casa de al lado



La llaman la casa danzante. Son Ginger y Fred bailando, así la concibió el arquitecto Frank Gehry a mediados de los noventa. Yo vi muchas veces cómo la construían en el solar del muelle que llevó el nombre de Engels pero que volvía a llamarse Rasín, enfrente del Vltava, en el lugar donde había existido un edificio neo-renacentista destruido durante la ocupación nazi. Afortunadamente en Praga muy poco se destruyó en ese período, llegaron a respetar más la arquitectura que la vida.

Durante la construcción yo vivía en el oeste de la ciudad y camino de mi trabajo cruzaba a diario el puente de Jirásek para enfilar la Resslova hacia el centro. Al atravesar el puente desviaba la mirada hacia la izquierda para admirar la imponente silueta del castillo, pasaba junto a la casa danzante en construcción y luego la parálisis del tránsito en la Resslova me permitía fijar la miraba en el muro de la iglesia ortodoxa de San Cirilo y San Metodio, los llamados santos eslavos. En el muro sólo hay un respiradero, como si fuese un buzón alargado para echar la correspondencia, que sirve para airear la cripta situada debajo del templo. En ese lugar se atrincheraron siete jóvenes resistentes que acababan de atentar contra el protector del Reich Reinhard Heydrich, el llamado "carnicero de Praga". Yo recordaba las imágenes de "Siete hombres al amanecer" (1975) la película de Lewis Gilbert sobre estos hechos históricos que tanto me impactó cuando la vi durante mi juventud. Los soldados ocupantes ante la imposibilidad de penetrar en el interior habían recurrido a un coche de bomberos e introducido las mangueras por el respiradero para llenar la cripta de agua. Antes de perecer ahogados los jóvenes se disparaban en la cabeza. A mediados de junio, aniversario de la tragedia, pasaba y veía ramos de flores depositados en el muro. En alguna ocasión, a la salida del templo, recién casados y sus invitados. Pero raramente porque la iglesia es ortodoxa y los checos no lo son, acudían a ella los escasos inmigrantes rusos o de los Balcanes.

Yo no prestaba pues mucha atención a la nueva construcción, incluso me hubiese pasado desapercibida si la prensa local no se hubiese hecho eco de la polémica que originaba entre los praguenses. Me parecía justificada la desconfianza de éstos pues durante los años del comunismo se habían erigido algunos edificios horribles que herían la estética de una urbe mimada por los arquitectos durante siglos. Todos tenían en mente al mastodonte de hierro y cristal convertido en sede del Parlamento o al inmenso y absurdo añadido perpetrado al Teatro Nacional. Creo que a ellos tampoco les acababa de convencer la muy moderna y original casa danzante. Demasiado cristal, demasiado hierro... Pero ellos y yo entendíamos que no se podía reedificar la casa del siglo XIX y que cada época tiene su estilo.

Al lado de la casa danzante, entre ésta y el edificio rosado que muestra la foto, podéis ver un doble edificio que construyó el abuelo del popular primer presidente de la restaurada democracia checa, el dramaturgo Václav Havel. A veces, de anochecida, veía una luz en el primer piso y pensaba que ahí estaría Havel, tímido y bajito, leyendo o escribiendo alguno de sus discursos radiofónicos tras su jornada de trabajo en el castillo. Yo sigo prefiriendo el edificio familiar de los Havel, con su gran puerta en forma de arco y el techo decorado con un pequeño globo de hierro. Además me digo que conservará el mobiliario de época de los abuelos. Imagino una extensa y valiosa biblioteca entre los muebles de caoba y viejas alfombras persas recubriendo el suelo de parqué. O sea que la prefiero tanto por la piedra que puedo ver como por lo que pienso que oculta.

En la foto, en la esquina, podéis ver a Fred y un poco, más allá, las curvas de cristal de Ginger. Buscando en la red podréis encontrar más fotos en las que se aprecian mejor ambos y también se ve con más precisión la originalidad del edificio, propiedad de un banco holandés. Yo he escogido ésta porque aparece en su totalidad la fachada del edificio contiguo de los Havel, también en blanco. Creo que fue tras el fallecimiento de su esposa Olga que Havel se trasladó a un chalé de una zona residencial junto a Dagmar, la joven y guapa actriz que ocupó el lugar de Olga. Sin embargo no consiguió que, como primera dama, los checos olvidaran a su inteligente predecesora.

6 Comments:

Blogger El argonauta enmascarado said...

Es un placer leer tu forma, tan peculiarmente atrayente, de describir hasta los más entrañables rincones de ese surtido equipaje paisajístico de tu pertenencia.
Saludos.

5:41 pm  
Blogger El Castor said...

Te agradezco el comentario, Argo. Saludos.

9:43 pm  
Blogger Luis Guillermo Franquiz said...

Gracias por compartir con nosotros fragmentos huidizos de la arquitectura e historia checa; resultan tan inspiradores como tus travesías por el Nilo. Es siempre un placer leerte.

1:26 am  
Blogger El Castor said...

Te agradezco el comentario, Luisgui. Echad a Chávez de una vez. Saludos.

7:00 pm  
Blogger Luis Guillermo Franquiz said...

¡Ay! ¡Qué más quisiera yo (y millones de mis compatriotas) que salir de esa malignidad política! No tienes idea de lo que significa vivir aquí. Menos mal que cuento con todos ustedes para despegarme de la realidad cotidiana. Gracias por tus deseos.

12:26 am  
Blogger Carlos Paredes Leví said...

La casa de al lado.
Esas cinco palabras me sugieren una vecina que esté muy buena.
Un saludo y continuamos viéndonos en tu blog, o en el mío.

7:09 pm  

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