Tuesday, November 07, 2006

Las bellas imágenes



"La felicidad es como una mariposa cuyos brillantes colores se deslucen desde que se la toca" (SIMONE DE BEAUVOIR)

Un día de invierno, dirigiéndome con F. y su joven amiga húngara hacia la puerta de salida del edificio de la calle Bajza donde vivían, nos cruzamos con un hombre mayor que entraba, con las manos en los bolsillos del abrigo. Al llegar a la altura de ella, sin dirigirle la mirada, alzó levemente su sombrero con una mano, en un gesto brevísimo y elegante, y siguió de nuevo sus pasos hacia el ascensor con las manos en los bolsillos. Permanece entre los húngaros el hábito galante de saludar a la mujer con un "beso su mano". Suena muy bien en ese idioma que no se parece a ningún otro, con su peculiar melodía de reiterado lamento: "Kezét csokolom". También en Praga vi con mucha frecuencia, en cafeterías o restaurantes, cómo los hombres ayudaban a sus acompañantes a sacarse o ponerse sus abrigos. Todas esas fórmulas de galantería son desconocidas en España. Una vez en la universidad abrí una puerta y me detuve para ceder el paso a una amiga que venía detrás. Turbada, me dijo con cierto desdén que hiciera el favor de pasar.

Para recordar esos gestos en mi familia debo remontarme a mi infancia cuando algunos veranos recibíamos la visita desde Venezuela de los primos de mamá. La prima A. aparecía exultante, con una felicidad contagiosa, repartía besos y regalos. Su esposo el primo V. era un hombre atractivo y de un encanto seductor y era bien consciente de sus propias cualidades. Se mostraba cariñoso con mamá y sus hermanas, largos abrazos, más besos, palabras ampulosas... Ellas parecían felices y sorprendidas a la vez: tanta efusión masculina las trasladaba al pasado, a la época dulce de su noviazgo. Por si fuera poco los primos hablaban un catalán muy sugerente, pulido y edulcorado por su acento sudamericano.

Mucho más que las galanterías de él a mí me llamó la atención la felicidad sin fisuras en la que parecía estar permanentemente instalada la prima A. Nos contaba las inacabables fiestas con sus amistades de la comunidad catalana de Caracas, las vacaciones en un rincón caribeño, paradisíaco, llamado Puerto Azul. La vida era bella, jalonada de fiestas de disfraces, compras, viajes, estancias en playas de aguas cristalinas... Yo era un niño apasionado por la geografía, mi tesoro era un libro de tapas rojas en el que aparecían datos de todos los países del mundo. Buscaba la página de Venezuela, allí sin duda estaba el paraíso, me decía.

Con el tiempo los viajes transoceánicos empezaron a resultar demasiado caros y dejaron de venir a visitarnos. He sabido que la realidad de Venezuela, como la de cualquier otro país, es mucho más complicada, que no hay paraísos salvo los paraísos perdidos. Sé que la vida también es compleja y que tiene sus vaivenes. Una de mis tías se ha empeñado, a falta de encuentros, en mantener contacto epistolar y telefónico. Nos extrañó que la prima A. ocultara el divorcio de uno de sus hijos. ¿Qué tendrá de malo un divorcio? se pregunta todavía mi tía. Al parecer ahora hay más: divorcios y desavenencias, un deshaucio, una enfermedad seria, un atentado con arma de fuego, algunos problemas con la ley... Nadie en mi familia se iba a alegrar de todo eso, bien al contrario el silencio de la prima nos ahorra motivos de tristeza y preocupación. Yo también me inclino por no saber para preservar la imagen de esa mujer, joven y bella, tan dotada para la felicidad.

6 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Uy! la galantería! Ese arte elegante de tratar a la mujer. Sí, cada que me pasa me siento un poco rara (benditas ideas las de la liberación femenina), sin embargo, no puedo evitar sonreir cuando alguien me abre la puerta del auto, me corre la silla, me ayuda a ponerme o quitarme el abrigo, me deja pasar primero o me cede el asiento. Eso me hace sentir especial, no debil, no tonta, no dependiente, sino más bien delicada y apreciada y creo que he sabido corresponder a ese tipo de detalles. Sobre ocultar, bueno, siempre he creído que a veces la ignorancia es una bendición. No tiene caso querer saber más de lo necesario. La verdad (la verdadera) suele ser a veces muy cruda, muy doliente, muy poco digerible.

6:03 pm  
Blogger El Castor said...

Intri, sí, yo creo que es agradable que uno tenga esos detalles galantes pero tb comprendo que haya mujeres que los rechacen. Si el hombre considera a la mujer como un igual y lo demuestra aceptando el reparto de tareas (en el hogar, por ejemplo) pues no creo que haya nada que objetar. La próxima vez que vayas a un restaurante hazlo tú, le abres la puerta y que pase y luego le ayudas a sacarse la chaqueta. Sería divertido ¿no? Lo digo en serio, de vez en cuando tendríais que hacerlo. Un beso y por tu respuesta tan lograda.

1:08 pm  
Blogger ojos said...

hola paso a saludarle, agradecer la visita y sí. ese era el olor del poema...
y bueno me encuentro siempre con un buen relato aki....sabes situralo a uno como lector, la galanteria estoy de acuerdo debiera ser de hombre a mujer y mujer a hombre claro k akellos k puedan entederlo...la amabiliddad los detalles las pekeñas cosas son de humano no..todos nos sentimos gratos con ellos...al recibirlos y al darlos por k no...
y te iamginas fueramos capaces de verlo "todo"...traspasar las cosas como el ojo de superman....demasiado...filtrar aveces es tan sabio como nesesario...



cariños siempre desde el fin del mundo...

7:04 pm  
Blogger Rocío said...

lo de la galantería, estoy totalmente de acuerdo contigo. Es algo que hemos perdido, y todo por pensar que debemos se rmás modernos, más igualitarios, más progresistas. En el fondo el ser galante y educado no está reñido con todo eso. Algo aparentemente tan vanal como la puntualidad, a mi me parece algo esencial. El hecho de quedar con alguien y llegar a la hora acordada es una muestra de respeto hacia esa persona y su tiempo. Y eso cada vez se pierde más.
En cuanto al desconocimiento familiar, no me parece una solución, el verdadero cariño y la verdadera felicidad están en el conocer.
Lo otro en realidad no es tu prima A. sino una imagen bella e irreal que de ella tienes.

10:40 am  
Blogger El Castor said...

Ojos: en efecto, tendría que ser algo recíproco porque ante todo está la igualdad de sexos. Te agradezco tus comentarios siempre atinados.

Blue: sí es una imagen del pasado la que tengo de esos primos porque no los he vuelto a ver y estoy de acuerdo contigo en que es el roce, el contacto, lo que permite que pueda haber unos sentimientos.

Saludos, besos.

11:32 am  
Blogger Luis Guillermo Franquiz said...

Me sentía maravilloso leyendo sobre la galantería, de verdad, pero no pude evitar cierta melancolía al conocer sobre la situación de tus primas. Como venezolano, entiendo mejor la situación. Por supuesto, la actual coyuntura política que estamos atravesando resulta a veces surrealista y otras trágica. Pertenezco a una clase que se rehúsa a ser engullida por los desvaríos de un vanidoso megalómano, pero no puedo evitar reconocer que el momento histórico que nos toca vivir es trascendental. Disculpa el desahogo; a veces parece que más allá de nuestras fronteras desconocen el drama que nos toca vivir puertas adentro. No hemos caído en una abierta dictadura, pero su sonrisa maliciosa comienza a sugerirse por las comisuras...

5:43 am  

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