Friday, December 08, 2006

El laberinto cairota


Navegando de Esna a Luxor con cierta aprensión: hay que pasar por la esclusa para superar un desnivel de ocho metros, según el tráfico fluvial la espera se puede prolongar horas y horas. Tenemos suerte, nuestra motonave es de las primeras en llegar y en poco más de una hora superamos el escollo. Observamos con curiosidad como la esclusa se va vaciando de agua, cómo lentamente nuestro barco va descendiendo los ocho metros. Tras la cena estamos deseando pisar tierra firme para descubrir Luxor. Hay que tomar dos taxis, el muelle está alejado de la ciudad. Ante nuestro asombro un niño conduce nuestro taxi hasta que nos detenemos en la misma carretera junto a una casa. Llama a alguien y aparece un adulto que llega jadeante y lo reemplaza al volante. Entramos en Luxor y descubrimos una cornisa elegante bordeando el Nilo, a un lado imponentes edificios como el del hotel Winter Palace de estilo victoriano (1.886) rodeado por un jardín tropical. Un poco más allá, en pleno centro, el templo de Luxor y su avenida de las esfinges, todo suavemente iluminado. Nuestros conductores siguen más allá del centro y ante nuestro asombro se detienen junto a un gran comercio donde nos invitan a descender para comprar. Nos negamos exigiéndoles que regresen al centro. Cumplen a regañadientes. Paseo por el zoco, más rico y variado que los de Asuán y Esna, pero con los vendedores menos predispuestos a ceder en los precios. Tomamos té y karkadé en la terraza del bar Alí Babá con vistas sobre los muros del templo iluminado.

El cuarto día da para mucho: nos fotografiamos junto a los colosos de Memnón, visitamos los templos de Karnak y Luxor, el valle de los Reyes y el templo de una reina de enrevesado nombre: Hatshepsut. En las pequeñas ondulaciones del valle de los reyes, bajo la arena, se han ido descubriendo las tumbas de numerosos faraones y los arqueólogos siguen buscando. Antes del viaje recordaba vagamente que se habían producido algunos atentados terroristas en Egipto pero opté por ir sin ubicarlos en el tiempo y el espacio. De regreso sí he buscado la información: en el mismo mes, nueve años atrás, sesenta y dos turistas en su mayoría alemanes fueron acrillados en el templo de la Hatshepsut. Yo no había querido saber y el guía por supuesto no mencionó nada, así, en mi retina, el recuerdo es agradable: grandes escaleras que ascienden a un templo rectangular construido en la roca y sostenido por columnas. Cena en el restaurante de otra motonave, más lujosa. El director, muy amable, fiel a la hospitalidad árabe, nos da la bienvenida y nos acompaña con un rosario en la mano. Al anochecer nos despedimos del Alto Egipto para volar con puntualidad hacia El Cairo. Apenas una hora más tarde el avión inicia el descenso: desde la ventanilla se observa una ciudad que parece interminable.

El primer día en El Cairo descubrimos las pirámides, que están junto a la ciudad. Como reconoce N. es un momento emocionante: las hemos contemplado en los libros y en múltiples imágenes, han quedado grabadas en nuestro cerebro de tal modo que su silueta nos es familiar pero por primera vez las tenemos delante de nuestros ojos y esa es la imagen que perdurará, más precisa, más personal. Y ahí está la esfinge de Gizeh, como un centinela de las pirámides esculpido en la roca. Me siento en una piedra a contemplar y se me acerca un hombre simpático con chilaba, bigote y turbante. Me pide la cámara para hacerme una foto, luego se la hago yo a él. ¿Para qué?. Me obsequia con tres pirámides en miniatura. No me gustan, no las quiero pero insiste y a más rechazo más insistencia. Me pide la propina. Mierda, no me quedan monedas, le doy un billete de diez euros porque quiero sacármelo de encima (a él) y algo hay que darle. Le pido con toda la candidez del mundo el cambio. Saca de su bolsa un turbante saudí de pésima calidad y me lo da. Lo rechazo e insisto en el cambio. Me devuelve sólo alguna moneda. Hay un policía al lado pero no quiero líos: no me roba, me vende servicios y tonterías que yo no quiero pero que ya he pagado con creces. Lo pierdo de vista y me quedo como un bobo, por segunda vez en pocos días.

Almorzamos en un restaurante con vistas a las pirámides y la tarde la destinamos a descubrir uno de los lugares más exóticos y pintorescos del centro de la ciudad: el bazar de Jan Al-Jalili. Por el laberinto de estrechas calles polvorientas repletas de pequeños comercios un paciente asno con un cargamento de coles se abre paso entre la muchedumbre enturbantada, un auto desvencijado cierra el paso en otra callejuela obligándonos a hacer equilibrios por lo que alguna vez fue una acera. Huele a cúrcuma y cardamomo. A menudo la gente sonríe, los vendedores parlotean en todos los idiomas, el almuecín llama a la oración y en unos instantes las voces de un segundo y un tercer almuecín se confunden desde los alminares cercanos. En el corazón del Jalili la espaciosa plaza de la mezquita de Al-Hussein y más allá Al-Azhar, con la antiquísima universidad convertida hoy en día en vivero del fundamentalismo islámico. Enfrente, agradables terrazas para tomar té y fumar el narguilé o shisha, detrás, escondido en el laberinto, el café al-Fishawi adonde acudía Naguib Mahfuz... Imperdonable no haberle leído todavía.

El sexto día de viaje visitamos el museo de arte egipcio tras superar el caos circulatorio. Un hermosísimo edificio colonial de 1900 que alberga una colección única de arte faraónico, muy anterior a Cristo, o sea a todo. El escriba sentado, el trono de Tutankamón, un joyero de loza y marfil... así hasta más de ciento veinte mil piezas, entre las exhibidas y las que permenecen almacenadas. Me quedé atónito delante de unas cajas doradas enormes que superpuestas parece que servían originalmente para ocultar un sarcófago. Qué locos fabulosos, me dije. Ya en sus orígenes la locura megalomaníaca dominaba al mundo.

Barrio copto con iglesia y un poco más allá, muy vigilada, una sinagoga. La mezquita de alabastro (foto), la pirámide escalonada del faraón Zóser... A la salida de un comercio esperando al resto del grupo un abuelito encantador limpia los zapatos a M. Luego me mira señalando mis zapatos. Nadie puede llevar calzado limpio en esta ciudad pero accedo, está bien que se gane alguna moneda ¿no? Al final tengo que pedirle que se apresure pues ya esperan todos en el minibús. Le doy cincuenta céntimos, me pide un euro. Observo que mis zapatos nuevos ya son del mismo extraño color marrón/anaranjado que los de M...

Me voy de Egipto con sobredosis de arquitectura y arte milenarios, impactado por ese mundo distinto a todo lo que había visto hasta ahora. Hemos madrugado mucho, el avión se alza y llego a destino sin apenas darme cuenta. Estoy deseando volver.

18 Comments:

Blogger Luis Guillermo Franquiz said...

Hola. He disfrutado mucho con tus descripciones cargadas de rica simbología. De tu mano tuve el placer de recorrer en mi imaginación una tierra llena de misticismo y cultura; gracias. Siempre he tenido Egipto como uno de mis favoritos destinos turísticos, ahora el deseo de visitarlo se ha hecho mayor. Imagino que debes tener la retina inflamada con tantos paisajes idílicos y memorables.
Después de escribir, considero que viajar y conocer otras latitudes es un disfrute obligatorio. Agradezco que me lo recuerdes. Espero contar con el placer de leerte más y mejor. Un saludo.

10:36 pm  
Blogger Luis Guillermo Franquiz said...

Hola, de nuevo. Agradezco tu respuesta del post anterior, que contesto ahora aquí. Tuve ya la oportunidad de leer dentro de "Las bellas imágenes" y me tomé el atrevimiento de dejar allí un comentario: espero que no te moleste. Gracias. Un abrazo. Escribe pronto.

4:12 am  
Blogger Vicente Moran said...

MMMM LE ENVIDIO. LE FALTO IR ALEJANDRÍA, QUIZÁS YA LO HIZO EN UN VIAJE ANTERIOR. ¿QUIEN ES M?

cuídese mucho...

6:31 pm  
Blogger El Castor said...

Luis: coincido contigo en lo satisfactorio que puede resultar viajar. Esa curiosidad por el mundo... no sería la misma vida sino hubiera podido satisfacerla lo suficiente. Te agradezco. Saludos.

Persio: yo me he apresurado a escribir porque mi memoria ya flaquea ¿sabes? jaja... Así he ejercitado un poco la memoria pero lo más importante es que he podido compartir con vosotros todas esas impresiones. Si os anima un poco a ir me doy por satisfecho. Un saludo.

Vicente: Ibamos un pequeño grupo, ocho compañeros de trabajo más un añadido que era M. Era el primero en bajar al buffet del desayuno para tragar sin freno sin que los demás lo viéramos... Yo llegaba el segundo y me sentaba delante de él para fastidiarle un poco... pero me temo que cuando yo llegaba ya se había hartado de comer... Jajaja

11:29 pm  
Blogger Principemestizo said...

he hecho un viaje astral con tus letras, excelente blog, de seguro no sera la ultim avez que te visite
saludos desde republica dominicana.
pd: vine por referencia del blog de walde

5:04 am  
Anonymous Anonymous said...

Debe de ser precioso

Un saludo

9:18 pm  
Blogger El argonauta enmascarado said...

Tu vida ya no será igual que ayer. Hoy tienes nuevos contenidos en tu recuerdo que alimentan tu espiritu con el elixir que nutre los horizontes de tu conocimiento.
Saludos.

10:28 pm  
Blogger El Castor said...

Príncipe: te agradezco el comentario. Tú blog es muy recomendable por la calidad humana.

Istharb: Egipto tiene su fascinación. Ojalá los fundamentalistas no se lo carguen.

Argonauta: bueno, nuestro patrón alimenta mucho más nuestro espíritu que nuestra cuenta corriente... Es listillo ¿sabes?

Saludos cordiales a los tres.

8:34 pm  
Blogger hera said...

Preciosa descripción de uno d esso viajes que figura en la carpeta de "pendientes2..por lo menos en la mía.
un saludo

5:05 pm  
Blogger El Castor said...

Hera, un viaje que recomiendo. Quizá en mis posts no he reflejado bien lo simpática que es la gente, siempre sonreían. Pasabas en el bus y te sonrían desde la calle saludando con la mano. Hombres, niños y niñas porque de mujeres ves pocas por la calle y están obligadas a una marcada discreción. Un saludo.

9:55 pm  
Blogger Susan Campos Fonseca said...

Hola,
felicidades por su trabajo...al menos aún nos quedan poetas...solo que las palabras no son suficientes ante el vacío de lo humano.

7:16 pm  
Blogger Marce said...

vine siguiendo tus pasos y me encontré con este fascinante relato de un punto tan lejano en el mapa (para mi, por cierto)y tan soñable como inalcanzable.
te seguiré leyendo.
saludos

9:37 pm  
Blogger El Castor said...

Susan, te agradezco tus amables palabras. Yo aprendo cosas en otros blogs e intento aportar algo en el mío pero sé que recibo mucho más.

Marce, ¿viajes inalcanzables?. Si a mí me hubiesen dicho que iría a Hawaii me hubiese echado a reír pero fui. Depende de muchas cosas pero a veces las circunstancias te empujan.

Saludos muy cordiales.

9:28 pm  
Blogger ojos said...

!!!SALUd!! compañero....sin duda la humanidad entera respira un aire mas limpio, venia a dejarte un abrazo inmensigrande

cariñisimos desde el sur del mundo con uno menos!!!.

luego vuelo por este post en particular ...huele bien.

5:06 pm  
Anonymous Anonymous said...

Que envidia,me encantaría conocer Egipto.

4:51 am  
Blogger El Castor said...

Ojos: un placer siempre leerte. Te deseo lo mejor para 2007.

José L.: Egipto tiene una magia especial, a mí casi todo me llamó la atención. A menudo veía y no daba crédito a lo que veía.

Muchos saludos y felices fiestas.

10:08 pm  
Blogger El argonauta enmascarado said...

Quiero desearos a los y las que visitáis el blog SENDALITERARTE unas FELICES NAVIDADES y todo los mejor para el 2007.

1:33 pm  
Blogger El Castor said...

Gracias, Argonauta, por felicitar a los que leen también este blog. Feliz año para todos.

9:00 pm  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home